Basta de violencia es el grito del Pueblo del que somos parte como Equipo Arquidiocesano de pastoral Social de Rosario.
Por eso volvemos con gran pesar sobre lo dicho el 3 de marzo del año pasado, en consonancia con la Carta de Cuaresma de nuestro Arzobispo en la que nos hablaba de la
necesidad de rectificar el rumbo de nuestra vida personal y comunitaria en medio de una sociedad enferma.
Nos pronunciamos una vez más ante la escalada de muerte y agravios contra la vida evidenciados no sólo por la inseguridad, el narcotráfico, los femicidios, y las violencias
interpersonales sino por otros síntomas de esta terrible enfermedad: desempleo, pérdida del poder adquisitivo de salarios y jubilaciones, pobreza, hambre y desnutrición, deficiencias educativas ,destrato a los ancianos y enfermos, abusos y abandono de niños, aborto, adicciones, enfermedades evitables, discriminación, corrupción, manipulación mediática de las conciencias y una larga lista de calamidades profundizadas por el tiempo transcurrido sin acciones que las corrijan y por la pandemia.
Hoy como en ese momento decimos que las causas hay que buscarlas en nuestros corazones cuyas mezquindades se reflejan en las estructuras injustas y deshumanizadas que nos oprimen.
Insistimos como entonces en que todos tenemos responsabilidades pero que es mayor la de los que más recursos y poder tienen. Por eso se acentúa la de aquellos a quienes los ciudadanos hemos elegido para gobernarnos y gestionar los asuntos del Bien Común.
Es demasiado el dolor y el miedo de nuestra gente que a su vez sufre más porque siente que no recibe respuestas.
Nosotros como Iglesia, con nuestras limitaciones y pecados pero animados por la Fe y la Esperanza en Cristo, asumimos nuestra parte y ofrecemos seguir dialogando y trabajando con todos los sectores, abrazando y escuchando a las víctimas, acompañando y asistiendo a
quienes más lo necesitan como lo hemos hecho especialmente en estos tiempos de COVID.
Pero sobre todo rogamos a Dios, a quien nuestra Constitución Nacional reconoce como “fuente de toda razón y justicia” para que ilumine a las autoridades nacionales, provinciales y municipales y las mueva a poner en práctica las políticas públicas “decididas y valientes” que la hora exige por el bien de todos.
En este Año de San José, padre tierno y protector, miramos su ejemplo y no bajamos los brazos mientras pedimos que el grito del Pueblo sea atendido: BASTA DE VIOLENCIA,
QUEREMOS VIVIR EN PAZ Y CON JUSTICIA.!!!