Vecinos y representantes de entidades expusieron sus opiniones sobre la normativa en estudio. Fueron en total 63 disertantes y en las casi 6 horas de audiencia asistieron como oyentes 212 personas.
A las 15.30 de este martes 18 de junio, y hasta poco después de las 21, el recinto de sesiones del Concejo Municipal fue la sede de la audiencia pública sobre la modificación de la ordenanza Nº 7.218 respecto a eventos y espectáculos públicos.
Presidió la reunión, en un recinto colmado de vecinos, la presidenta del Concejo Municipal, María Eugenia Schmuck, a quien acompañaron en el estrado la presidenta de la comisión de Gobierno, Julia Eva Irigoitia, del bloque Justicialista, y la edila María Fernanda Gigliani, de Iniciativa Popular, quien propuso la realización de la audiencia pública.
Al dar la bienvenida la presidenta del Concejo, Schmuck, destacó la intención de “escucharlos y escucharlas” y a partir de ello “contar con un insumo fundamental” para los ediles.
Destacó la transmisión de la audiencia vía streaming, que quedará grabado y también resaltó la importancia de tener “a todos los actores juntos, en un mismo lugar, la casa de todos los rosarinos”, más allá “de reuniones formales e informales” que hayan mantenido los ediles.
De inmediato quien estuvo a cargo de la coordinación del debate, el director de relaciones institucionales del Concejo, Guillermo Lacroix, precisó los lineamientos del mismo, y respecto al tiempo con que contó cada expositor, 5 minutos.
Abrió la reunión Joaquín Parcel, dedicado a la gastronomía y organización de eventos, quien dijo que “así no va más” respecto a la noche en la ciudad, para señalar que “era divertida y alegre día y noche” y consideró que debe ser “la punta de lanza para más cambios”.
Entre otros aspectos defendió la existencia de las islas callejeras en locales gastronómicos.
Por su parte Joaquín Carvalho, señaló que “cualquier debate debe darse de cara a la ciudadanía” para precisar que “no es una discusión menor” y “en buena hora que llegó”.
Planteó que venía a exponer “desde el lugar del ciudadano, del consumidor”. Asimismo, mencionó que “este espacio tiene que seguir manteniéndose, dado que es un gran avance”.
Guillermo Puyó, comerciante de los rubros, confiterías, bares y restaurantes, marcó que “celebro el momento de discutir”, para considerar que se lo saca de la marginalidad.
Mencionó que “todos trabajamos en la semana y hay cada vez menos espacios de diversión”. Sostuvo que “tengo bastante tiempo en esto y es la primera vez que estamos tan cerca” de una modificación de la normativa.
Indicó que “hay personas con miedo a invertir”, por lo que planteó la necesidad de “levantar la vara”. Por último, sostuvo que “las personas necesitan salir, distraerse”.
A su turno Sebastián Matheus, arquitecto y gestor cultural, mencionó que “el esparcimiento tiene que ver con la cultura, hace a la identidad ciudadana”
Planteó que “el tema de los 300 metros cuadrados es un tema arbitrario. Sólo contempla a las grandes empresas, no a las pequeñas y medianas empresas (pymes), y minipymes, empresas familiares. No se puede sin espacios chicos. Tiene que ser plural e inclusiva” para marcar que “no ser inclusiva es dejar afuera a un montón de gente”.
Finalmente dijo que “es preferible más gente en la calle a todo horario y no más efectivos policiales”.
Una vecina de Montevideo e Italia, Roxana Huergo, dijo que vive en esa intersección hace más de 30 años y que hace más de 20 que bajo su propiedad hay locales gastronómicos “de todo tipo, bares, restaurantes, con los ruidos molestos y los olores”.
Acotó que “de martes a domingos hay 150 personas en la vereda y otros 150 adentro”. Destacó que “hice todo tipo de denuncias” y pidió “poder llegar a un acuerdo para poder convivir”.
Fue luego el turno de Sergio Spagnolo, empresario, quien recordó que “la ordenanza Nº 7.218, puso blanco sobre negro” para recordar que en ese momento en el micro y macrocentro de la ciudad había entre 25 y 30 boliches.
Mencionó que había sido un “defensor de la 7.218, una ordenanza que establecía una de las mejores nocturnidades del país, hoy es momento de cambiar” para plantear “cuatro ejes: jóvenes, empresarios, Estado y vecinos”.
Estimó que “hoy se está equilibrado, a pesar de la gran crisis económica y la crisis de seguridad inédita”.
Sobre las fiestas clandestinas pidió “aplicar el protocolo que implementó un gran gobernador, Miguel Lifschitz. A partir de eso se terminaron las fiestas clandestinas”.
Cipriano Ramezón, de Distrito 7, dijo que “se habla mucho de locales gastronómicos, pero no de centros culturales, que es el motor de la cultura de la ciudad”.
Planteó que “siempre se fomentó la cultura, hoy no se está viendo esa ciudad. No se fomenta a los espectáculos autogestivos. Nos quedamos cortos con los artistas locales” y pidió “pensar la ciudad en su integralidad” y en ello incluyó a “la seguridad y el transporte”.
Por su parte, Carlos Mellano, representante de la Asociación Empresaria Hotelero-Gastronómica y Afines de Rosario, estimó que “en un primer análisis” sobre la normativa en discusión “es bueno” y resaltó la necesidad de la modificación a 20 años de la ordenanza actualmente vigente.
Pidió que fuera “taxativa” en cuanto a qué deben inspeccionar quienes controlan, dado que “las discrecionalidades un detalle no menor”. Asimismo, requirió que las denuncias que se presenten no sean anónimas, que se sepa quién las formula.
De igual modo consignó la necesidad que “las habilitaciones que duran 5 ó 10 años, se renueven automáticamente”.
Más adelante Paula Sánchez Herrero, presidenta de la Vecinal Ernesto Sábato, de la zona céntrica, y sostuvo preocupación “porque no haya actividad en el centro” pero sostuvo que “no hay seguridad y los bares cierran a las 19”.
Hizo luego referencia al tema de los decibeles, y en tal sentido dijo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda entre 100 y 104, “pero a partir de los 15 minutos ya no es seguro”.
También aludió al caso de la ciudad de Mar del Plata que en la zona de Playa Grande concentra los lugares de diversión nocturna, para plantear la necesidad de “polos de nocturnidad”. Requirió se “legisle con coherencia” para finalmente sostener que “o ponen la diversión en el centro y mudan a los vecinos”.
Un vecino de la zona de San Juan y Dorrego, Gustavo Güeglio, dijo que hace 30 años que convive con un lugar de diversión, “donde defecan, orinan, hay tiros, mataron al hijo de un ex concejal (Eduardo Trasante)”.
Dijo que ante esto “vuelvan a poner fábricas de sodo, de rulemanes” . Consideró que “el reglamento de oposición es una vergüenza” para finalizar dijo que “cuando entran parece la fila de un templo evangélico y cuando salen son el diablo”.
Marcos Quesada, vecino de Pichincha, dijo que vive en Alvear entre Brown y Güemes y que en su cuadra “hay 6, 7 bares y un boliche al lado”. “Yo sigo sin dormir. No quiero que se vayan, sino convivir”, planteó.
Dijo que frente a su domicilio hay una isla de un comercio. “No se puede vivir así”, enfatizó.
También denunció que “ya sacaron 3 árboles, pero que no le importa a nadie”.
Omar Navone, de una confitería bailable, sostuvo que “es un sector que está muy golpeado” para estimar que “la noche está ordenada”.
Sostuvo que “una confitería bailable es fuente de trabajo y de alegría”.
Gustavo Fernández, titular de tres espacios bailables y un bar cultural, destacó la “baja de la noche por la crisis económica” para pedir para la zona de Pichincha y el centro “mayor presencia policial”.
Reclamó “poder seguir trabajando y abrir espacios nuevos” para pedir que “se tenga consideración por los espacios menores a 300 metros cuadrados”. Destacó asimismo la “instancia superadora de la mediación.
Lucas Canalda, periodista, gestor cultural y editor, dijo que “celebra la invitación. Nací y vivo en Rosario. Habito el circuito cultural desde los 15 años”.
Sostuvo que “desde los 90 siento un estancamiento y retroceso continuo. No se menciona cultura ni una propuesta por la diversidad”.
Estimó que “Rosario atada a discursos erróneos y hoy día, aparentemente, no hay salidas para la gente que trabaja en lo cultural, excepto en la Municipalidad, la provincia o la Universidad Nacional de Rosario”.
También sostuvo que: “Seguimos celebrando discursos y hechos del pasado. Artistas y escritores de hace 20 años. Me parece importante, pensar porqué hoy los jóvenes se van a estudiar a Córdoba. Porque Rosario es caro, inseguro, no hay diversión. Rosario dejó de ser la ciudad universitaria elegida.
«Por qué se piensa que es una guerra contra los vecinos, también yo soy vecino. Los artistas también son vecinos. No estamos enquistados contra nadie.
«¿Qué pasa con los artistas o trabajadores culturales que hoy están haciendo acá? Hoy todos estamos necesitando habitar la calle y recuperar la calle”, concluyó.
Sandra Garcia, madre, sostuvo que “hace 33 años que acompaño a mi esposo en el rubro, pero hoy hablo como madre preocupada y tengo amigas en común que tienen a sus hijos y sus adolescentes salen y no tienen lugares donde ir. Terminan en fiestas clandestinas. Y no saben cómo regresan sus hijos”.
Precisó que “la Municipalidad nos pide muchos requisitos y los cumplimos. Pero a las clandestinas, no se les dice nada. Si se les hace un acta, pero allí queda todo”.
Guillermo Caminos, artista, disc jockey y productor de música electrónica, mencionó que “fuera de la ciudad, todos reconocen el potencial de los artistas rosarinos y se imaginan la movida que hay aquí pero no es la realidad”.
“Vivimos muchos escollos –continuó-, lugares que han cerrado y otros que les han hecho cambiar la música porque hay una estigmatización de nuestra música”.
Por último, dijo que “proponemos una campaña de concientización con la gente que sale, personas que reparten flyers pues quienes concurren a los boliches deben tener herramientas y conocimientos para saber qué y cómo moverse en la diversión y así no molestar a los vecinos”.
En su intervención, Daniela Veresi, vecina y trabajadora cultural, expresó que “se habla mucho de comercial y poco cultural”. Aseveró que la normativa “está obsoleta, no contempla temas culturales”. Indicó que “actualmente se clausuran espacios en forma arbitraria, como forma de censura”.
Reclamó “herramientas para la cultura” y en tal sentido planteó un “registro accesible para pequeños espacios” y que “no haya burocracias inútiles”.
Una vecina, Teresita Terán, destacó la participación “en un foro de democracia directa” y dijo que “vengo a pedir que se respete el silencio” para agregar que “las motos estacionadas en la puerta de mi casa me agravian menos que el ruido tremendo. La música explota en mi dormitorio”.
Consideró que “la culpa no es del propietario o el encargado, es del municipio, especialmente de Control Urbano”.
Planteó “no cierres, pero sí cómo recuperar el silencio”.
Julia Cadoche, comunicadora y gestora cultural, expresó su sorpresa que “se hable si se baila o no se baila” y precisó que “el Estado se corrió de su rol”.
Recordó que “Rosario históricamente fue un polo cultural” para marcar que “no hay cultura por fuera de los bulevares, Avellaneda, 27 de Febrero”. Destacó la necesidad de recuperar espacios y consignó que “los viernes a las 9 de la noche la ciudad está completamente desierta”.
Ayelén Navone, empresaria del rubro y presidenta del Paseo Cafferata, destacó que “todos los incovenientes suceden no adentro de los locales, sino afuera” y en tal sentido indicó, como ejemplo una pelea reciente entre cuidacoches en la que se rompió un auto y dos locales comerciales.
También marcó como “un tema muy grave el de las fiestas clandestinas”.
Martín Sabadini, vecino del microcentro, hizo referencia al ruido, dijo que en su manzana conviven “un bar, un restobar y hasta hace poco una disco”.
Pidió que “una actividad no se contraponga con la otra, con una actividad básica como es dormir”.
Estimó que “no creo que dos actividades tan antagónica puedan conciliarse”, por lo que solicitó “una solución a largo plazo, no total, pero si parcial” que se destinen lugares con poco uso urbano para instalar los locales de diversión.
Ana Tombolini y Paloma Gallardo, gestoras culturales, aludieron al “evidente fracaso de la ordenanza actual”, reclamó un “fomento de la actividad cultural” y respecto a una “red de espacios diversos”.
Edgardo Orellano, de la Asociación “Carlos ‘Bocacha’ Orellano”, recordó que era familiar –el padre- de una víctima, “Bocacha” Orellano, y mencionó que “el piso de ‘Ming’ era de fenólicos y caños, todo material no ignífugo, prohibido desde ‘Cromagnon’.
De igual modo solicitó que “se tenga a los empleados en blanco” y respecto a los “patovicas” o personal de seguridad que “hagan cursos de derechos humanos, de primeros auxilios”. E insistió “no cualquiera puede ser patovica”.
Requirió que “haya algún lugar donde se los prepare” y que en los boliches haya cámaras adentro y afuera, incluyendo en los baños y en la barra.
También planteó que “al realizarse inspecciones vayan acompañados por alguna organización no gubernamental (ONG)”.
Marcelo Montero, padre de adolescentes, planteó que “se podría bajar la música en los últimos 30 minutos para que al salir se evite hablar fuerte” y como ejemplo indicó que “en los casamientos o los cumpleaños de 15 no se sale a los alaridos”.
Mientras que Pablo Piñeiro, productor de eventos, requirió la posibilidad de “que se habiliten lugares grandes que no molesten a los vecinos, en los que se puedan realizar actividades, con ambulancias, en los que haya estacionamiento”.
Maximiliano Jiménez, productor de eventos desde hace 20 años, expresó su “apoyo al cambio que se está gestando”.
Resaltó la intención de “mejorar la convivencia y aspiramos al desarrollo”.
Destacó también la importancia de los bares culturales.
Raúl Willy Kramp, vecino de Pichincha, dijo que “es el mismo problema, nunca puedo dormir. Descansar y dormir”. Recordó que había hecho reclamos en las intendencias de Miguel Lifschitz, de Mónica Fein y con el actual Pablo Javkin.
Mencionó que en su zona se encuentran diversos locales, en los que “salen 250 personas al mismo tiempo, cantando, gritando, dando vuelta volquetes”.
Requirió que “se haga cumplir la ordenanza”.
Eleonora López, vecina del Centro Cultural Refi, reclamó por la actuación de bandas de rock pesado. Dijo que ante “un pedido me propusieron insonorizar mi pieza. Es un galpón, un tinglado”.
Pidió hacer “algún tipo de controles” y que “se tengan en cuenta estas cosas, si es un galpón no podrán tocar bandas”.
Mientras que Roberto, también vecino de la zona pidió que “se hagan los controles, queremos tener tranquilidad”.
Lucio Rossi sostuvo en cuanto a los horarios de funcionamiento, tener en cuenta los usos y costumbres. “Hemos visto experiencias de Buenos Aires. Proponemos en verano, apertura hasta las 7 de la mañana y en invierno hasta las 6 de la mañana”.
Dijo que “pretender terminar el horario a las 5, fomenta la ilegalidad. Se necesitan horarios más flexibles. Ello permitirá más ingresos, más clientes. Beneficiará a toda la economía y poder disfrutar una noche más segura y legal. Se trata de sumar y trabajar en conjunto”.
Mientras que Silvia Gruvma relató su experiencia como vecina y propietaria. Ha tenido que poner dos cámaras de seguridad, hacer un registro de oposición con firmas, concurrir a la municipalidad.
Plantea que el caso particular que la afecta, no se cumplen las normativas y después de la pandemia, todo ha sido peor. Hoy se festejan cumpleaños y eventos al aire libre en el patio de una casa, incumpliendo normativas. Con alta música y niveles elevados de música electrónica
Reclama que está siendo amenazada por eso ha puesto las cámaras. Es propietaria y la otra parte alquila, le hacen multas y él va y paga. Resulta todo en que ahora se hacen los eventos al aire libre, en una casa antigua con peligros de derrumbe y de seguridad.
Es una persona mayor, no puede dormir. Solicita que se tenga en cuenta los registros de oposición y también que es propietaria, persona mayor y no tiene porqué soportar todo este maltrato.
La ex concejala y ex diputada provincial Mónica Peralta consideró que “esta ordenanza lleva ya mucho tiempo de discusión”. Y precisó que participaba desde “Impulso para mejorar”, propuesta ciudadana
“La ordenanza es un buen trabajo y con mucho potencial, pero no podemos limitar la discusión al horario de cierre, con el metro cuadrado”, sostuvo.
Dijo también que “debemos tener en cuenta cómo nos movemos hoy pero no sólo en el centro sino en todos los barrios de la ciudad”.
“Hoy, muchos jóvenes no salen, se quedan en sus barrios porque no tienen lugar donde ir la ciudad tiene que estar pensada para que todos podamos tener esparcimiento”, continuó.
También agregó que “luego de la pandemia, ha costado recuperar espacios culturales, queremos adecuar los horarios a las propuestas y no, las propuestas a los horarios. Proponemos que haya propuestas para todos los sectores, para todos los ingresos y armar circuitos culturales”.
Sandra Novicci, vecina de Pichicha, dijo que “viv, en uno de los corredores gastronómicos y estamos viviendo sin descanso ni nocturno ni diurno. Llevamos así dos décadas. Tenemos 9 locales en funcionamiento más los que están en marcha, todo en una misma cuadra».
Resaltó que “a las 6.45 arrancamos el día y toda la jornada, es ruido y ruido. Ruidos de funcionamiento, luego música, equipos de sonidos, público, estacionamiento indebido. Artistas callejeros con sus propios sonidos.
“Cuando llamamos a Control Urbano, si asiste, por un rato, descansamos y luego al partir, se vuelve al caos y al ruido. No se contempla la existencia del vecino en el barrio”.
La periodista, productora y trabajadora de la cultura Painé Nocetti, indicó que “hay muchas posibilidades de resolver conflictos que no son necesariamente cortar las propuestas de los demás. Muchas personas con las cuales comparto se van de la ciudad por la imposibilidad de desarrollar un proyecto cultural en las condiciones actuales locales”.
“Década atrás, -continuó- podíamos ofrecer un abanico de ofertas de lugares, hoy día las opciones se reducen a los dedos de una mano. Somos una ciudad donde se vienen cerrando espacios.
“Me surgen preguntas. ¿Qué acciones se llevan adelante para fomentar la actividad cultural privada? ¿Por qué equipara todo, local gastronómico, boliche, lugar bailable, centro cultural?
“Se reduce todo a una mera discusión entre ruido molesto y la actividad gastronómica y en el medio quedamos todos, con la propuesta cultural.
“La cultura debe importar para la nueva normativa, pero no se la menciona y necesitamos darnos un debate con más tiempo y no urgido por la necesidad de aprobar una ordenanza”, finalizó Nocetti.
Lucas Roldán se preguntó “¿Qué lugar tiene la figura de fomento de la actividad cultural y no tanto la persecución a los espacios que surgen de menor escala? Conformar una actividad que dé vida al barrio y que esté presente en la ciudad.
Acotó que “Desde la persecución, todos entramos en la misma bolsa, bolicheros y quienes hacemos actividades culturales.
Pregunto, ¿qué imagen tienen de una ciudad sin propuesta cultural? Creo que no existe algo así.
Flor del Alba Cruz, presidenta de la Federación Universitaria de Rosario (FUR), pidió “poner énfasis en la importancia de que en Rosario exista una Universidad y que ponga en contracara lo que pasa a nivel nacional”.
Señaló: “Hoy se proponen nuevos desafíos y necesitamos una legislación que responda a los desafíos que se ofrecen a las juventudes.
“Esta legislación ofrece reglas claras y contundentes, importante para construir nuevos espacios y fortalecer nuestra ciudad. Condiciones claras para poder avanzar como ciudad.
“Cuenten con la FUR para sentarnos a pensar actitudes y proyectos. La cultura la hacemos todos y las propuestas deben ser pensadas por toda la comunidad.
Reinaldo Bacigalupo indicó que “Me molesta la frase ‘Esto no se puede’, cuando Rosario tiene todo para ser la ciudad pujante y moderna donde se respete al vecino y al mismo tiempo, se pueda ser un polo de ofertas y actividades.
“Apelando a la buena voluntad de todos, podemos avanzar en una legislación, una normativa que nos permita recuperar el orgullo de ser rosarinos.
Apelando a la rosarinidad, propongo que vayamos para el mismo lado, avancemos con esto y vayamos a poner a Rosario, donde se lo merece.
Joel Natali, acudió a la audiencia en representación de dos espacios culturales. Reclamó por la (falta de) planificación. “No escuche la palabra planificación”, precisó.
Aseguró que el sistema del transporte urbano de pasajeros es vetusto, al igual que la ordenanza que data de hace 20 años.
Celebró la iniciativa de una nueva ordenanza ya que a su entender la actual “está vetusta”.
“Nadie quiere un bar al lado de su casa, entendemos a los vecinos, pero es urgente tratar esto”, dijo. Sin embargo, cuestionó que el proyecto escinde por la cantidad de metros del local a habilitar.
“No podemos pensar una ciudad como hace 20-30 años. Tiene que ver con el ocio y la economía. La ciudad necesita ser repensada de manera urgente”, finalizó.
Federico Martínez acordó con la necesidad de contar con la firma de los linderos, pero reclamó por límites jurídicos más precisos. “El lindero nuestro está a 70 mts. Hay que definir qué es ser lindero. No es lo mismo compartir una pared, que estar a 70 mts. Quisiera una revisión”, marcó.
Gloria Bereciartúa, vecina de Pichincha aclaró que su posición no es contra de la gastronomía ni de los gestores culturales. Confesó que el título de la ordenanza “diversión pública” le pega fuerte
“Las vecinas padecemos la diversión salvaje, afecta el derecho al descanso nocturno, lo hogareño, lo familiar”, opinó.
Para Bereciartúa hoy en día se habilita sin la insonorización correspondiente, se mantiene la contaminación sonora, se ocupa toda la vereda, deja solo un estrecho corredor para circular, todos aspectos que deberían resolverse.
Según su visión el actual modelo es “salvaje”. No se hacen constataciones, hay cocheras ocupadas, descontrol de basura gastronómica en contendores de desechos domiciliarios; en su parecer, hoy en día en Pichincha no se respetan las ordenanzas vigentes.
“Opino que esta ordenanza no hace más que legitimar lo que no se controló ni se respetó en Pichincha. Es un gran boliche a cielo abierto, la ordenanza debería llamarse Polo de Diversión Pública Pichincha”, expresó.
Para concluir dijo que el nuevo proyecto de ordenanza es un “traje sastre que discrimina al vecino, y si no te gusta múdate al campo”.
María Fernanda García Menéndez, también vecina de Pichincha, marcó que “No me opongo al progreso, no estoy en contra de que vengan a divertirse en mi barrio, pero en nombre de la diversión se avasallan los derechos de los vecinos. ¿Será esta una etapa solo de formalismo?”, se preguntó al comenzar y reclamó por el derecho al descanso y a la salud integral.
Planteó dos ejes clave: Habilitaciones y Registro de Oposición. Pidió que este último sea transparente, y que con las herramientas tecnológicas se pueda acceder a la información.
“Ninguna actividad que perjudique a los vecinos debería habilitarse”, finalizó.
Alfredo Mac Rouillon, vecino frentista de un boliche de calle Urquiza al 1800 denunció peleas, efectos indeseados por el alcohol, roturas de mampostería de balcones superiores, elementos del edificio, etc. “El registro de oposición es la única arma con la que contamos, debería tener una vigencia de un año, entiendo a los linderos, pero pido incluir a los frentistas”, declaró.
Martín Romagnoli, del equipo de gestión de Capitán, Jaguar House, Tortugas Ninja, Nasty Rock, entre otros: “Me alegra que el debate ya no sea si se puede o no bailar, y que el enfoque sea insonorización y convivencia. Lograr esta ordenanza le permite a Rosario expandir su potencial, volver a soñar, volver a ser un faro de la cultura, y tener mayor atractivo turístico”.
“El rosarino sabe que se necesitan pequeños y medianos espacios para el desarrollo de artistas. Mendoza, BA, Córdoba, hace rato han reformado sus ordenanzas y tienen el rumbo correcto, por esas ciudades se llenan y la nuestra está vacía”.
“El rosarino necesita saber que Rosario cambió. Al rosarino se le hace más seguro cerrar a las 6 de la mañana, con más luz, desalienta las fiestas clandestinas y los after”.
Leandro Lopérgolo, secretario de Desarrollo Productivo de la Municipalidad de Rosario, apoyó la propuesta de ordenanza, por considerarlo un paso significativo en la ciudad, con impacto directo en la economía y en lo productivo, que traería mejoras en 1.443 locales, en un ámbito en el que trabajan en forma directa e indirecta 10.000 personas.
Sobre la nueva ordenanza precisó que “establece pautas claras para nuevos emprendimientos. Tiene un efecto positivo en el atractivo de la ciudad; atraerá a turistas y visitantes con consumo en servicios”.
El funcionario municipal apoyó la nueva propuesta de nocturnidad por considerar que impulsará la vida cultural, económica y productiva de nuestra ciudad.
Jorgelina Salceek, de la Vecinal Ernesto Sábato, Paseo del Siglo, se solidarizó con los vecinos de Pichincha. Mencionó los lugares céntricos que padecen la cuestión de los ruidos molestos, entre otros, efectos adversos.
“Hecho cultural no es orinar, defecar en la calle, hacer picadas de autos y motos”, argumentó.
Legitimó su postura en las recomendaciones de las OMS que fijan un bienestar de descanso de entre 7 y 9 horas de sueño, al igual que los límites recomendables de decibeles.
“Sí apoyamos que se cree un Polo de Nocturnidad, pero pónganlo en otro lugar”, apuntó.
Denunció falta de móviles de control urbano, sonómetros, alcoholímetros, entre otros. “Esta ordenanza viene a legitimar lo que está mal en Pichincha, no repliquen lo que está mal para toda la ciudad. Nadie quiere tener un boliche al lado”, expresó.
Por último, exigió que las áreas residenciales sean declaradas sensibles acústicamente, como ocurre con los hospitales o centros de salud.
Angélica Els, vecina de Pichincha. Cuestionó que el proyecto de ordenanza “solo destaca” metraje, horario, ruidos. Luego contó su caso personal, y de un grupo de vecinos sobre una instancia judicial iniciada, y cuyo trámite jurídico avanzó. Reclamó por un mejor descanso nocturno, y sueño sin ruidos por la afectación directa contra la salud.
Al final pidió que desde el ejecutivo se defina si Pichincha es residencial o comercial. “Ruido y descontrol no; Pichincha sí”, marcó.
Julieth Calderon, DJ, gestora cultural, contó que produjo en casas, en la calle, en boliche, y en gran cantidad de espacios, pero que vio cerrar una larga lista de lugares. “Fue un atraso enorme para una gran cantidad de artistas, dejó un hueco enorme para la impronta rosarina. Para que las expresiones no queden en desventaja frente a los grandes boliches, creemos que no debería limitarse el horario y supeditarse a la superficie”.
“El tema de la insonorización es un costo grande, creemos que debería agregarse un artículo que garantice que los espacios pequeños y con menos recursos no se cierren”, agregó.
Solicitó acabar con la rivalidad con los vecinos, y propuso una mediación real para generar un foco de sensibilización en pos de proteger los espacios culturales. “Es necesario convivir, vecinos somos todes”, concluyó.
Carlos Arrúe Gowland, defendió las ideas de la libertad, promovió sus creencias de incrementar el trabajo y emprender con la mínima regulación posible, y que se sancione cuando sea puntualmente necesario, no dando lugar a arbitrariedades. Luego, contó su caso personal.
“Todos los emprendedores se merecen una oportunidad hasta que no demuestren un mal accionar”, opinó.
Por último, pidió claridad y mínima regulación y ejecución sin arbitrariedades.
Fernando Guerra. Emprendedor. Agradeció y felicitó por esta nueva ordenanza, anteproyecto que elimina o desregula si se baila o no, hecho que celebró. Pidió rever horarios, ya que, a su entender, con el límite a las 03 hs se afecta comercialmente a los lugares.
“Las licencias deben ser de fácil acceso y evitar la burocracia”.
“Este cambio fomentaría el turismo, traería propuestas de calidad, es positivo”, dijo en relación a la nueva ordenanza.
Flavia Zaidá. Reflexionó y confesó su sensación de agobio al comenzar la semana con música electrónica, los barriles de las mesas sobre el empedrado, o incluso la música “a todo volumen” a las 3 de la tarde.
“Nos sentimos como ratas de laboratorio, hemos perdido paradas de colectivos en Pichincha por el ensanchamiento de veredas. Nos han enfrentado con empleados de bares, nos piden que nos mudemos si queremos tranquilidad”, cuestionó sobre el cierre de su exposición se preguntó: “¿Bares ya habilitados pasarán a ser boliches bailables? Espero que reflexionen y debatan».
Constanza Estepa, Abogó por “Rosario, una ciudad de 24 horas y sugirió a la industria nocturna como una posibilidad de mejorar las ciudades.
Planteó la necesidad de planificar el territorio, «lo cual nos permite pensar ciudades más inclusivas».
Reclamó apostar por modelos estudiados, con regulación eficiente que permita el ocio, esparcimiento, divertirse y también la generación de trabajo.
“Propongo Rosario, modelo 24 horas. No solo pensar el día, sino también la noche. Ciudades con una regulación eficiente y también justa que remite a más de 50 experiencias en todo el mundo.
“En estas ciudades 24 horas, los ejes son movilidad urbana, ordenamiento territorial, economía nocturna, espacio público, infraestructura, gobernanza, desarrollo urbano.
“No hay modelo si no se conecta la ciudad, sino se contempla la movilidad. Es indispensable y menester contemplar seguridad, iluminación, la mejora de nuestras veredas, nuestras calles y los distintos espacios públicos.
“La inseguridad es otro de los aspectos a tener en cuenta ya que es uno de los factores que llevan a encerrarnos en nuestras casas. Posibilidad para pensar también propuestas el aire libre, aprovechar otras opciones y una amplia campaña de difusión para que la propuesta cultural llegue a todos, no solo a quienes tenemos más oportunidades.
“Por tanto plantea, modelos más inclusivos, ciudades de 24 horas y todo esto, de la mano de una planificación integral y no de una ordenanza meramente pensada para lo comercial
Francisco Rouillión, vecino del distrito noroeste realizó un minucioso análisis de algunos artículos que a su entender quedan sin contemplar y dejan fuera muchas cuestiones importantes.
Planteó como pregunta a responder, «qué esperamos de la nocturnidad» y aseguró que «los espacios donde se desarrolla la nocturnidad deben contemplar espacios de socialización, diversión y culturización».
Planteó que “también se debe asegurar la accesibilidad a medios de movilidad, seguridad, respeto a la comunidad y a los vecinos”.
Estimó que “el título de esta normativa implica recortar la riqueza de esta cuestión, esto es, reduce la cuestión”.
Algunos de los temas que señaló para que sean revisadas en la normativa propuesta son definiciones técnicas confusas o mal establecidas, zonas que se establecen y que no contemplan lugares ya establecidos, con qué profesionales se prevé para realizar y llevar a cabo un verdadero control y horarios brechas no contemplados, entre otros puntos.
Además, mencionó que existen definiciones que no quedan claras como la desconcentración ordenada que se propone, los espacios libres de violencia, donde aseguró, sólo se habla de violencia de género y la posibilidad de si se arma un conflicto dentro del boliche, se sacan las partes afuera con el consiguiente perjuicio que ello pueda provocar.
También se refirió al tema de la capacitación al personal que propone un curso en derechos humanos pero que quedan fuera el tema evacuación, seguridad, y reanimación cardio pulmonar, entre otros.
En cuanto a los conceptos de ruidos al aire libre, hay muchos que no están contemplados y sobre los cuales también es necesario regular, como circos, referentes religiosos, motores, ejemplificó.
Finalmente se preguntó a qué estamos dispuestos a renunciar para el desarrollo de la nocturnidad y ante esto, invocó a comprometerse con toda la comunidad.
Stella Maris Gentili planteó como vecina, por su lugar de residencia, lindero a un boliche. “Son 30 años de disgusto”.
Relató su experiencia con el boliche «María» «sin insonorización, es un desorden y caos y además me dicen porqué no se muda». Porque toda esta situación ha producido una desvalorización de su propiedad, consignó.
Relató que comprende que cualquiera tenga el derecho a tener un lugar o ir a un lugar pero que ella, como vecina y todos los que están en una situación similar, tienen derecho adquirido del descanso.
El Estado, por otro lado, los funcionarios, mencionó tienen la obligación de darnos protección y seguridad y el deber de controlar la habilitación de los boliches.
Planteó que el tema número 1 es la insonorización para que la música no trascienda.
Laura Dichiara. «Desde el lado de los artistas, lo que está ocurriendo con la noche rosarina es una imposibilidad de conseguir habilitaciones especialmente de lugares chicos. No pienso en dinero, hablo de cultura. El arte rosarino, es brindar lo que tenemos».
Resaltó que «Hay que diferenciar entre discotecas grandes y discotecas chicas. En especial, esos lugares chicos, son esos lugares los que transitamos y si bien cumplen todas las reglas posibles lograr el standard se hace muy difícil».
También sostuvo que «ha habido una especie de flexibilización y tenemos que lograr aún más, que los requisitos sean posibles de alcanzar para todas las personas que quieran o deseen abrir esos espacios».
Viviana Valenti, vecina y nacida en Pichincha hace 65 años. En primer término expresó que “quiero resaltar lo mismo que dijeron mis compañeros de que la nocturnidad no es solo música sino que es el ruido de los repartidores, veredas intransitables, bancos que se arrastran, trapitos a los gritos, grupos que con canticos dan por terminada su nocturnidad y no la del vecina, bocinazos, insultos y lejos muy lejos estoy de oponerme a la nocturnidad”. Asimismo, agregó que “todos necesitamos esparcimientos pero esparcimientos bajo normativas claras y con control”.
Acto seguido, sumó a la audiencia pública algunas dudas que le surgieron como el artículo 1 del proyecto de ordenanza y dijo que “hasta qué punto se protege a los vecinos de los eventos realizados en el espacio público siendo que el resto de la Ordenanza norma los espacios según su licencia y su superficie?”. También reflexionó sobre el resto de los articulados nro. 2 “sujetos alcanzados”; 6 “factor ocupacional según metros cuadros de superficie”; 7 “autorización de fuentes sonoras al aire libre”; 7.3 “horarios de cierre”; 13 y 15 “otorgamiento de licencias”; 16 “verificaciones de cumplimiento después de la emisión de licencias”; 19 “responsabilidad de los titulares de establecimientos”; 19 “sobre higiene urbana”; 20 “manual de buenas prácticas”; 22 “capacitaciones”; 23 “desconcentración ordenada”; 26 “sanciones que refieren al Código de Convivencia”.
Para finalizar, Valenti sostuvo que “por qué debe el vecino ser el que controle, denuncie o se exponga?. Parecería ser que el paciente es quien debe buscar la cura de sus males. Las debilidades aquí presentadas muestra la necesidad de una regulación más exhaustiva. No se debe liberar la nocturnidad sin una Ordenanza bien normada”.
Pablo Sabetta, artista y empresario desde hace 25 años. Manifestó que “la Ordenanza que se intenta cambiar es de antes de que yo naciera así que conviví con una Ordenanza y la vi des-actualizarse de manera gradual y diría que legislar los usos y costumbres de la gente es una tarea titánica”. Además, indicó que “el hecho de que el baile no sea penalizado es una obviedad y es algo que se aplaude y por lo que pude ver en las mayorías de las presentaciones, el debate se centra en vecinos enojados, en empresarios que quieren trabajar y actores de la cultura que quieren un lugar donde trabajar y creo que lo que le falta a la Ordenanza es implementar mediaciones, la problemática con los vecinos no tiene otra solución más que con la mediación”.
Señaló que los lugares donde concurren entre cien y doscientas personas “para el vecino siempre va a ser molesto y es por eso que es saludables que se trate éste proyecto”. A su vez, reclamó que se abra la mayor cantidad de lugares posibles a la cultura para músicos, feriantes y artesanos.
Juliana Gobbi, representante del espacio cultural “Mística” de Pichincha y del centro cultural “La Casona” ubicado en el microcentro. Indicó que “particularmente, nuestro ejemplo es intentar derribar esa dicotomía de vecinos enojados y los que estamos haciendo y fortaleciendo la gestión cultural y nosotros nos sentamos con los vecinos, ver cuáles son sus problemas y tratar de solucionarlos porque es parte de la convivencia y de horarios”. Y añadió que “hoy la normativa no se expresa sobre los espacios y centros culturales, la normativa anterior tampoco se expresaba y la Municipalidad y los organismos que están encargados de llevar las tareas de control han sido efectivas en el rol represivo que tienen para nuestros espacios pero lo que está faltando es una asistencia mínima y nosotros no tenemos las mismas habilitaciones que un bar o la gastronomía porque no tenemos el mismo fin social ya que en los espacios culturales se suceden talleres, eventos y los ingresos son menores y eso habla de una limitante a la hora de poder acceder a una habilitación o no”.
Para cerrar, solicitó que el proyecto se encargue de los centros culturales y señaló que “nuestra propuesta es hacer cultura con los vecinos, producción con ellos, sentarnos par a par y seguir construyendo una Rosario más igualitaria y son los espacios los que generan una ciudad más segura donde se albergue a las distintas expresiones artísticas y donde se pueda crear mayor y mejor trabajo para la gente por eso pedimos el acompañamiento y asistencia y se nos dote de herramientas”.
Mariano Marcial Perez manifestó que “soy ciudadano, habito hace muchos años los espacios nocturnos y por tal, testigo viviente de cómo las malas legislaciones apagaron la noche. También soy productor musical, disc jockey, emprendedor cultural. director creativo de un local cultural. Integro una asociación civil de música y cultura”.
Agregó que “celebro que se trate una iniciativa con perspectiva de futuro y que esto nos permita pensar una ciudad a futuro, al nivel cultural que se merece. Los espacios nocturnos posibilitan la creatividad y el talento y la mala legislación destruye la cultura y la diversidad cultural”.
Más adelante mencionó que “hay muchas personas que viven en el mundo cultural, cuando se habla de un evento, esto incluye muchos empleos y muchas familias que viven de esos ingresos. En una calle más transitada por lo cultural también implica una mayor seguridad para el vecino.
Consideró que “los metros no deberían ser un limitante de ningún tipo sino medir lo que le aporta el espacio a la cultura de la ciudad. La ciudad necesita más espacios. Necesitamos partes unidas y no en conflicto, hoy he visto mucha fragmentación”.
Afirmó que “el descanso es fundamental para la salud, sí, pero también la cultura y el entretenimiento son igualmente fundamentales para la salud mental, el desarrollo personal y el desarrollo de las ciudades”.
Los ediles asistentes
Participaron del encuentro los concejales Lucas Raspall, Mariano Roca y Nadia Amalevi, de Arriba Rosario; Leonardo Caruana, del Frente Amplio por la Soberanía; Hernán Calatayud y Marisol Bracco, de Volver a Rosario; Ana Laura Martínez y Carlos Cardozo, del Pro; María Fernanda Rey y Lisandro Cavatorta, del bloque Justicialista; Caren Tepp y Juan Monteverde, de Ciudad Futura; Anahí Schibelbein, del bloque Radical; Manuel Sciutto, Alicia Pino, Federico Lifschitz y Verónica Irizar, de la bancada Socialista; Mariano Roca, de Justicia Social, y Franco Volpe, de Vida y Libertad.