She Taxi, la app sorora que de Rosario se extendió al país y busca cruzar fronteras

La aplicación permite solicitar una vehículo conducido por una mujer y ya cuenta con 202 conductoras en Rosario, 160 en Córdoba y 15 en Santa Fe.

La aplicación para solicitar un vehículo conducido por una mujer, She Taxi, que desembarcó esta semana en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) tras un pleito judicial, nació hace cuatro años en Rosario al impulso de una chofer que se «hartó» del acoso machista a conductoras y pasajeras y que ahora planea darle vuelo internacional, aunque sabe que confronta con «un sistema patriarcal».

She Taxi comenzó a operar esta semana en CABA luego de que el Tribunal Superior de Justicia porteño fallara a su favor en un amparo por la inconstitucionalidad de un artículo de la ley de tránsito y seguridad vial número 5.627, que le otorgaba el monopolio del servicio a una aplicación oficial.

«La ley impide al vehículo habilitado recibir viajes que no sean de la aplicación oficial BAtaxi, limitando una industria lícita, porque estamos registrados en el INTI -Instituto Nacional de Tecnología Industrial- y además es un servicio gratuito», dijo a Télam la taxista rosarina María Eva Juncos, creadora de la app. Tras rechazos judiciales en primera y segunda instancia a su reclamo, «el Tribunal Superior nos dio la razón y ahí estamos, aprovechando esta oportunidad», detalló.

Con el objetivo de «reducir la brecha de género» en una actividad ejercida mayoritariamente por hombres, y también achicar «la brecha ocupacional», Juncos creó en 2017 la app She Taxi, que permite solicitar un vehículo conducido por una mujer.

«Lo que me motivó fueron las experiencias arriba del taxi, como conductora y con las usuarias. Fue un cúmulo de cosas», comentó sobre las situaciones de acoso que viven las mujeres en ese servicio público.

Una de esas experiencias, en la que una chica que tomó su taxi le dijo al borde de las lágrimas «gracias, me salvaste», le produjo «un quiebre».La pasajera le contó que usaba un radio taxi y que con el tiempo siempre le mandaban el mismo chofer, quien le decía cosas como «qué lindo perfume usas» y había comenzado a tener miedo y a sentirse incómoda..

«Había personas que dejaban de salir de noche porque se les complicaba la vuelta por esto. ¡Que se te modifique la vida por esta cuestión me ponía de los pelos!», manifestó la taxista. Entonces, consultó a un ingeniero, Pablo Botta, a quien le encargó el diseño de una aplicación para pedir taxis conducidos por mujeres, y sacó un crédito personal para financiarla.