Quema en las islas: especialistas y ambientalistas dan su mirada para comprender el impacto ecológico

Aseguran la importancia de preservar el humedal del Paraná como espacio de biodiversidad no solo local sino también regional.

El humedal del Paraná tiene una enorme importancia y las quemas indiscriminadas de los últimos meses están afectando su fauna, flora y la totalidad de su ecosistema. Cabe recordar que el pasado lunes 27 de julio, el intendente Pablo Javkin, en representación del Estado municipal, amplió la denuncia contra los posibles responsables de las quemas intencionales de pastizales en el Alto Delta del Paraná, y solicitó ser parte querellante.

 

Andrea Paoloni, directora de Educación Ambiental de la Secretaría de Ambiente y Espacio Público de la Municipalidad de Rosario, señala que se viene trabajando con las organizaciones ambientalistas y las universidades en la Comisión Legado Deliot donde se desarrolló el plan de manejo de la reserva Los Tres Cerros. «Si bien no es todo el humedal, es una parte de la que Rosario es propietaria. Ese plan de manejo nos permitió relevar cuál es la biodiversidad de la región, qué especies de flores y de fauna hay, y tener esa información permite que a la hora de evaluar un impacto ambiental podamos partir de un diagnóstico de cómo estaba el lugar previamente. Aunque hay que aclarar que los terrenos de la reserva municipal Los Tres Cerros hasta ahora no han tenido problemas de incendio», aclara.

Y remarca: «Venimos trabajando la temática de los humedales dentro de todos los temas de educación ambiental porque Rosario, además de tener uno grande enfrente, que son las islas de Entre Ríos, está en medio de un humedal. Los humedales son zonas inundables y tanto el arroyo Saladillo como el Ludueña, que atraviesan la ciudad, también son un humedal. Entonces es una característica de nuestro propio ecosistema, la ciudad está dentro de varios humedales. Venimos trabajando estos temas porque nos parece relevante que conozcamos las características de ese ecosistema y podamos entender, por ejemplo, que una inundación es parte de los ciclos de ese ecosistema, aunque a nosotros como humanos nos afecte de una manera particular, pero tenemos que respetar estos ciclos, para que esos ecosistemas mantengan un equilibrio».

Sobre los incendios comenta: «El tema de la quema en las islas no es nuevo, sí es verdad que en los últimos viene creciendo esa práctica que tiene que ver con la producción ganadera pero lo que estamos viviendo ahora es algo completamente inédito y se están potenciando dos cosas: Por un lado, esa práctica de producción ganadera y por el otro, una sequía extraordinaria con una bajante también extraordinaria. Es una combinación de factores que hace que el tema sea muy delicado y donde realmente esa práctica de la quema tiene que estar completamente prohibida porque es la única manera de parar esto».

 

Por último, Paoloni menciona que una cuestión positiva es que se ha dejado de hablar de islas y se comenzó a utilizar el término humedales. «Aunque parezca un cambio de palabra nada más, es mucho más que eso. Porque al nombrar el humedal ya todos y muchos se empezaron a preguntar qué era un humedal. Esa pregunta, ese interés, lleva a que la ciudadanía tome conciencia, se informe y pueda participar de las instancias en las que se definen estas cosas, como pedir por una Ley de Humedales y participar en esta discusión. Las discusiones ambientales son complejas porque incluyen prácticas, personas que viven en esos territorios, intereses económicos, entonces es importante que la sociedad conozca el tema y participe».

 

En este sentido, Jorge Bartoli, integrante de El Paraná No se Toca y de la Comisión del Legado Deliot, coincide y agrega: «Es cierto que mencionar la palabra humedal hace diez años no es lo mismo que mencionarla hoy, está instalada en el imaginario como un lugar más complejo que la denominación isla que suele ser reduccionista. También es uno de los principales logros de los ambientalistas, porque no se puede proteger lo que no se conoce. Por eso, entre las actividades que llevamos adelante realizamos charlas en escuelas, en clubes, a donde nos inviten vamos e intentamos aportar. Porque en el fondo todos estos problemas se reducen a una cuestión cultural y de educación».

 

Además, sostiene que una conclusión positiva en el desastre ambiental que está sucediendo es que “llegaron los brotes verdes”. «Hoy hay miles de jóvenes que levantan la bandera del ambientalismo y de la protección del medioambiente, desde distintos sectores y cada uno con sus mensajes, pero con un interés importante en la temática», afirma.

 

Según Bartoli la importancia de los humedales se puede analizar desde distintos aspectos pero el más básico es el respeto a la vida pensada como conjunto, donde los humanos forman parte e integran un ecosistema con el cual tienen que vivir armónicamente. «Como rosarinos muchas veces decimos que la ciudad ha vivido de espalda al río, y nosotros no estamos de acuerdo con esa frase porque si el rosarino toca la pared de su casa seguramente esté construida con arena que se sacó del río Paraná, si nos lavamos la cara es con agua del río Paraná, también hemos respirado el aire purificado gracias a los vientos, en situaciones normales, hoy nos trae humo. No es que hemos vivido de espalda al río Paraná, hemos estado de frente pero no nos hemos dado cuenta de los beneficios que nos brinda hasta que estos beneficios empiezan a ser deteriorados», asegura.

 

Y agrega: «La clave en estos temas es que la sociedad se involucre. La realidad es que hay una gran deuda histórica en estos temas en toda la clase política. Lo que está ocurriendo actualmente lo padecemos a escala local, como rosarinos, pero también tenemos la obligación en nuestro rol de ambientalistas de decir que es un problema a nivel regional, porque si ampliamos el rango de análisis de los focos de fuego se están produciendo no solamente en el Delta del Paraná, sino en todo el territorio e incluso llegan hasta Brasil. Actualmente están afectados por una bajante histórica con una sequía persistente y también histórica, y cuando se le suma una actividad humana descontrolada es muy complejo».

 

Una mirada desde el derecho ambiental

Matías de Bueno, director del Observatorio Ambiental de la Universidad Nacional de Rosario, explicó los derechos que se están infringiendo con la quema de los humedales y cómo repercute en la población: «Los ciudadanos de Rosario sufrimos un daño ambiental colectivo por motivo de los incendios, que es un daño doble, por un lado se verifica la violación al derecho a un ambiente sano, equilibrado y apto para el desarrollo humano, Derechos de Incidencia stricto sensu; y a su vez el daño particular cuando se viola un interés legítimo o derecho subjetivo de cada uno como ser los daños sufridos a la calidad de vida o a la salud lesionados a través de la contaminación ambiental».

 

Además, asegura que estamos frente a daños masivos con multiplicidad de víctimas, daños derivados de una misma causa legal o fáctica, daños en escala o gran cantidad de “daños pequeños”. «Los daños masivos ameritan procesos colectivos y están interconectados por la actual clasificación tripartita de los derechos que se dividen en individuales, individuales homogéneos y colectivos según Jorge Mario Galdós en sus análisis sobre el fallo “Halabi” de la CSJN», desarrolla.

 

Sobre la noción de “ecocidio”, el director puntualiza que su uso se ha vuelto frecuente y que apenas tiene unas décadas. «A éste se vincula, también, el concepto de suicidio ambiental, se trata de un hecho que tiene consecuencias globales que afectan a la Tierra y al ser humano, no se reduce a un delito ambiental común ni se restringe a un daño a la propiedad; aparte del riesgo suicida y homicida del ecocidio, daña y produce dolor moral a la especie humana y afecta a toda la humanidad», señala de Bueno.

 

Desde principios de 1970, según explica el director de Observatorio Ambiental, se describe el concepto como una eco catástrofe que se produce por «el efecto masivamente aumentado de cambios relativamente insignificantes en la utilización de recursos marginales». Más adelante, el ecocidio es definido como el crimen de destruir «el sostén del sistema vida de nuestra nave planetaria, la muerte de nuestro entorno».

 

Asimismo, de Bueno cuenta que en su sentido jurídico, el concepto aparece tipificado como crimen en el derecho de algunas de las antiguas repúblicas soviéticas y otros países. «El ecocidio ya está reconocido como delito en diez países, el delito del ecocidio se tipifica en un código y se clasifica como ‘crimen contra la paz‘, a menudo junto con los denominados cuatro crímenes internacionales contra la paz: crímenes de lesa humanidad, genocidio, crímenes de guerra y crímenes de agresión», cierra.

 

En este contexto, desde el Observatorio Ambiental de la Universidad Nacional de Rosario se está trabajando en dos líneas de acción, por un lado, en el impacto al ambiente propiamente dicho y por otro en el efecto que tiene este daño ambiental en la población. «Estamos desarrollando un relevamiento de imágenes satelitales sobre zonas incendiadas con validaciones por drones de los sectores a los que se puede acceder en la actualidad. Además, se están realizando informes con un exhaustivo control en cuanto a la calidad del aire en la ciudad. Complementando estas acciones se ha conformado un equipo de investigadores con el objetivo de instalar una Base de Investigación Científica en la Isla», finaliza el director.