¿Por qué argentina va camino a convertirse en el país más pobre de Sudamérica?

Análisis

Un nuevo estudio regional asegura que Argentina no alcanza niveles de crecimiento a los que llegan los países vecinos. Para el economista local, Jorge Bertolino, la clave está en que nuestro país retome “políticas económicas amigables con la inversión y el crecimiento”.

“Con la única excepción de Venezuela, que va por caminos aún más trasnochados, nuestro país, único ejemplo en el mundo de una nación desarrollada que pierde esa condición, va camino a la recta final en su largo y decadente recorrido hacia la insignificancia”, explicó Jorge Bertolino, economista y asesor financiero rosarino, al analizar la situación de la Argentina tras conocer un informe sobre el PBI en región.

Tal estudio reciente muestra que con los números actuales de crecimiento de los distintos países de América Latina, significativamente más altos en nuestros vecinos, la brecha que nos separa de Chile, que tiene un PBI per cápita un 10 % superior al nuestro, se irá ensanchando apresuradamente en los próximos años.

Otros países, que tienen ingresos menores al nuestro, como Brasil, Colombia y Perú, en unos quince años, con las tendencias actuales, alcanzarán primero y superarán luego nuestra posición.

Otros quince años más y seremos superados también por las cenicientas actuales: Bolivia y Paraguay.

“Esto ocurre porque en nuestra región, se ha comprendido hace más de una década la importancia de seguir políticas económicas amigables con la inversión y el crecimiento, abandonando concepciones populistas que otrora azotaran a todo o casi todo el continente”, indicó Bertolino.

No obstante, no todo está perdido. Hay tiempo aún de cambiar las erróneas concepciones económicas que condujeron a la incorrecta selección de políticas que generaron la situación actual y la escalofriante tendencia descendente en la escala de prosperidad de la región.

“Es hora de reconocer que la extrema lentitud en la reducción de los graves desequilibrios que aquejan a la economía argentina, al que algunos economistas consideramos más cercano a la inacción que al gradualismo que pregona el gobierno, se asemeja al perro que persigue su propia cola. Es obvio que nunca la alcanzará. Mientras tanto, nuestros vecinos crecen aceleradamente y mejoran de manera significativa el bienestar promedio de su población”, analizó el economista.

 

FACTOR FRENO: EL GASTO PÚBLICO

El excesivo y paralizante tamaño del gasto público y la ingente exacción de recursos al sector privado para financiarlo, impiden que nuestra economía arranque y se una al tren de crecimiento en que está inmersa la región.

“Solo una acción decidida en la reducción del gasto y también de los impuestos que gravan la producción de bienes y servicios nos devolverá a la senda del crecimiento y el desarrollo que nunca debimos abandonar”, aseguró Bertolino.

En 1895 y 1896, nuestro país tenía el ingreso per cápita más alto del mundo. Hasta la primera guerra mundial, nos disputábamos con los EEUU la supremacía en la región, ostentando siempre un lugar entre los 6 o 7 mejores del mundo. Luego, hasta 1930, descendimos ligeramente, pero manteniéndonos siempre entre las 10 mejores ubicaciones.

El golpe militar de 1930 sentó las bases de nuestra decadencia, que se acentuó significativamente a mediados de la década del 40, con el advenimiento del populismo y la inflación. En las décadas del 50 y el 60 nos arreglamos para no retrasarnos mucho de la nueva ola de crecimiento mundial de posguerra. Pero en los 70 iniciamos lo que algunos autores denominan «el estancamiento secular de la economía argentina».

“Todo ello nos llevó a más de cuarenta años de crecimiento cero en términos per cápita”, enfatizó el economista y añadió: “Si bien la miopía argentina es famosa en el mundo entero, es hora de cambiar la historia, abandonar la libreta del almacenero del hipergradualismo y dar un salto de fe, bajando fuertemente los impuestos que gravan la producción, sin temer a la pérdida transitoria de recursos del sector público, que puede ser financiada con préstamos a muy bajo interés de organismos financieros internacionales. Será entonces cuando en el mundo se hable del milagro argentino y los países menos exitosos aspiren a crecer a «tasas argentinas», parafraseando al crecimiento a tasas chinas que estuvo de moda citar en las últimas décadas”.