Por: Lorena Macía
Pronto tendremos las elecciones presidenciales, y diferente a otras épocas, se puede percibir más participación ciudadana con un tono de parar la marcha y pensar. La grieta de las elecciones anteriores, se vio irrumpida con la figura de un tercer candidato en cuestión bastante polémico en redes, siendo 5 en total a presentarse a votación.
Los discursos de promesas tóxicas estudiadas por marquetineros, analistas políticos, encuestadores, en el presente, parece no encajar o quedar fuera de tiempo, así lo reflejaron los resultados de las últimas PASO. Nos guste o no nos guste, simpaticemos o rivalicemos, se escucha decir en voz alta “el voto” en conversaciones que al pasar o en familia, se sostienen con argumentos simples el por qué lo defienden.
La simpleza de dichos argumentos, resultados versus propaganda, es lo que vale hoy. Vivimos como si fuésemos inmortales y entre HEROES y SANTOS trasciende la eventualidad manifestando que cualquier cosa puede pasar. Las teorías místicas y religiosas aún siguen vigentes de manera renovada y con latiguillos de épocas pasadas.
Desde ya, la teología de la política hoy escondida entre líneas, parece haberse puesto de moda de nuevo y no asentado en un Dios todopoderoso, sino, en lo poderoso que pueden ser algunos; está bien, son elecciones presidenciales y el que no se la cree no debería presentarse y en esta disyuntiva de egos y sexo, puesto que hay dos mujeres nuevamente en carrera, la pimienta hasta el 22 de octubre está al día.
Una vuelta o dos, para decidir quiénes nos van a gobernar, no es la problemática, sino elegir un presidente, conversador o no, mesurado o combativo, tamizado con un pasado oscuro que quiere dar a luz, sabiendo en el desarrollo de propuestas de campaña, que en la mayoría se encuentran poco prometedoras, trae el sabor de elegir al “mal menor” ya que no se ha llegado a la confianza suficiente del votante. Es probable que por eso fuera muy alto el rating televisivo y por streaming, del debate presidencial este domingo pasado, con un 47% de audiencia evidenciando el “que nadie sabe a quien votar”.
Sin embargo, nosotros como argentinos veremos hasta donde nuestra Nación tendrá las heridas sanadas del pasado y quienes ofrecieron el camino de un futuro mejor. Dependerá de un momento de reflexión y madurez, si es que ya es tiempo de crecer, albergando a nuestros jóvenes, que en su gran mayoría, se encuentran en situación de pobreza, que con mayor o menor nivel de intelectualidad, son los más pujantes para sacar a nuestro país adelante y quiénes son los dueños también del futuro país.