En plena cuarentena, cientos de trabajadores públicos brindan sus servicios en un nuevo contexto. Para ellos, empleados de Parques y Paseos confeccionan voluntariamente elementos de seguridad.
En el marco del aislamiento social, preventivo y obligatorio que rige en el país desde el pasado 20 de marzo, hay múltiples rubros del Estado local cuyos agentes fueron declarados personal esencial y continúan prestando sus servicios habituales o con diversas modificaciones de acuerdo al contexto. Pero también son numerosos los trabajadores y trabajadoras que voluntariamente, con gran compromiso y solidaridad, reemplazaron sus actividades cotidianas por otras que les permiten sumar su granito de arena en estos momentos. Es el caso de un grupo de empleados y empleadas de Parques y Paseos, que actualmente se aboca a la fabricación de cubrebocas y máscaras de protección facial para cuidar a sus compañeros más expuestos.
La oficina de Procesamiento de Datos y Reclamos de la Dirección General de Parques y Paseos (Moreno 2350) cambió su fisonomía a raíz de la pandemia por covid-19. En la larga mesa de trabajo, ubicada en el centro del espacio y donde usualmente abundan los expedientes, ahora hay dos máquinas de coser que cinco trabajadoras del lugar ponen en funcionamiento cada mañana.
Si bien en un principio la idea era elaborar los cubre bocas para compañeras y compañeros del área que desarrollan tareas esenciales en el marco del aislamiento, con el correr de los días los pedidos se multiplicaron y hoy este pequeño taller improvisado atiende demandas de diversas áreas del municipio.
“Es una oficina bastante grande y nos permite distribuirnos bien para trabajar”, señala Antonella, encargada de la dependencia que ya produjo unos 1.500 cubrebocas de tela, y comenta que desde un primer momento se preocuparon porque se cumplieran de manera estricta los cuidados y las medidas de higiene recomendadas durante la labor diaria: “Mantenemos el espacio ventilado, la distancia entre cada uno de las trabajadoras y siempre con la desinfección necesaria”.
Cuando recibió el llamado de convocatoria para fabricar cubrebocas, Antonella no lo dudó: tomó su máquina de coser, que durante un tiempo fue una de las herramientas utilizadas en taller, y empezó a practicar la confección de estos elementos. “Al principio miramos muchos videos de youtube, tutoriales para ir aprendiendo, y fuimos generando varios modelos”, cuenta la joven egresada de la Escuela de Jardinería Prof. Juan Aníbal Domínguez, que depende de la propia dirección, y que desde hace 6 años es empleada del municipio.
El hacer del grupo se fue perfeccionando con el paso de las jornadas, que arrancan bien temprano, a las 7, y se extienden hasta las 13, con lo que mantienen su horario habitual de trabajo. En ese lapso llegan a producir unos 60 cubrebocas diarios, que son reutilizables ya que se pueden lavar.
Orgullosa, Antonella cuenta que hasta llegaron a diseñar un modelo que llaman de hipoacúsicos. Es que en la Dirección General de Parques y Paseos prestan servicios varios trabajadores con pérdidas auditivas que muchas veces dependen de la lectura de labios de sus compañeros y compañeras para poder comunicarse. Estos cubrebocas inclusivos tienen la particularidad de poseer un rectángulo transparente a la altura de la boca, detalle que facilita la comunicación de las personas hipoacúsicas.
A su vez, la solidaridad y el compromiso son valores muy presentes en toda el área. Un grupo de empleados jerárquicos del sector aportó como donación una de las dos máquinas de coser que se usan para la nueva tarea; otro grupo de compañeros se encargó de poner a punto el lugar para que pudiese funcionar como taller. Y la propia Antonella (aunque ella no lo menciona) donó el primer rollo de tela para arrancar con la producción.
Pero las propuestas suelen ser pensadas por alguien, y en este caso el ideólogo y hoy supervisor del particular taller es Luciano.
También egresado de la Escuela de Jardinería, y luego de más de 20 años de trabajo, hoy Luciano es Jefe de Vehículos. Su tarea, considerada esencial en el marco de la pandemia, se intensificó mucho en este tiempo. “Estamos a full con el dengue, es peor el dengue que el coronavirus”, afirma y comenta que diariamente tiene que coordinar la logística de cerca de 60 vehículos de la Dirección General de Parques y Paseos, entre camiones, camionetas, grúas, furgones y hasta tractores, que se utilizan en diversas áreas, muchas de las cuales se encuentran muy activas en estos momentos, como control vectores, espacios verdes, arbolado o las cubas de agua que se utilizan para la desinfección de la zona bancaria.
Al igual que sucede con la mayoría de los actividades, la suya experimentó algunas modificaciones en estas últimas semanas de aislamiento. La desinfección de los vehículos, que antes se llevaba a cabo más espaciadamente, hoy es tarea diaria. “Todos los días, cada vez que vuelven, los tenemos que desinfectar. Esto es algo nuevo”, aclara Luciano y también indica que algo parecido hace al llegar a su casa, en la vecina localidad de Pérez, al concluir la jornada: “Mi mujer trabaja en el Hospital Roque Sáenz Peña, así que prácticamente nos fumigamos en la calle antes de entrar”.
Aun así, a pesar de las demandas, y de cumplir de lunes a sábado con su función específica, cuenta que siempre se hace un tiempo para pasar por el flamante taller y sentarse frente a una de las máquinas para coser un rato.
Es que tanto él como Antonella sienten que mantienen algo de sus rutinas al concurrir cada día a trabajar a un ámbito tan familiar, aunque reconocen que en este contexto de aislamiento y distancias hay situaciones y gestos que se extrañan. “La juntada de los domingos con la familia y los mates con mi abuela”, admite Luciano, en tanto su compañera agrega: “La distancia que mantenemos es poco habitual, estamos acostumbrados a otro contacto social, pero creo que es importante que hagamos esto”.
“Parques y Paseos es mi segunda casa”
En la oficina del Departamento de Coordinación del Taller de Parques y Paseos también hubo cambios. Donde antes había una computadora, ahora hay una máquina de coser. Los escritorios que tradicionalmente albergan papeles fueron convertidos en mesas de trabajo de un taller con todas las letras. Allí, tres empleados del área, que se sumaron voluntariamente, confeccionan máscaras de protección facial para trabajadores y trabajadoras municipales.
Gastón, el encargado del sector, fue quien tomó la iniciativa y comenzó con el proyecto. Al poco tiempo se sumaron dos compañeros más y hoy ya fabricaron cerca de 200 máscaras. “Pensamos que es algo que puede ser muy útil para todas las áreas”, destaca el agente que trabaja desde hace 16 años en Parques y Paseos, luego de cursar estudios, al igual que Luciano y Antonella, en la Escuela de Jardinería.
“Desde que vi que había compañeros que iban a trabajar me ofrecí enseguida como voluntario”, aclara Gastón. Al no estar su función considerada entre las esenciales, estaba desobligado a concurrir a trabajar; sin embargo, no dudó un segundo en colaborar de alguna manera. Lo primero que hizo fue ofrecerse como tractorista, ya que cuenta con experiencia en esa tarea, aunque finalmente se le ocurrió lo de las máscaras y lo emprendió con total convencimiento.
El proceso incluyó una etapa de aprendizaje, de bastante de ingenio y voluntad. Muchos de los elementos que utilizan para fabricar las máscaras son reciclados de los propios talleres de Parques y Paseos. “Fuimos aprendiendo a prueba y error, hemos mejorado mucho”, reconoce Gastón y comenta que la máquina de coser que utilizan ellos es prestada: pertenece a su mamá.
Las máscaras faciales que elaboran brindan cobertura en los ojos, nariz y boca de los usuarios, protegiendo a quienes las utilizan y a los demás, y evitan además el contacto de las manos con la cara. Se componen de una pantalla frontal que cubre todo el rostro y contiene en el borde inferior una guía flexible para poder doblarla y darle la curva que la persona considere más cómoda. Otro de los puntos favorables de las máscaras que construyen es que requieren un bajo costo de producción.
Además las vinchas, a diferencia de las de otras máscaras, son de tela para brindar mayor comodidad y para una mejor higiene. “Las comparamos con las caretas que están hechas con vincha 3D, que tienen una medida estándar, y el comentario que recibimos es que eran incómodas y muy duras, por eso le buscamos una vuelta para hacer algo más cómodo y lavable. Esta careta se aplica a la vincha por dos botones, son dos piezas lavables y reutilizables”, subraya Gastón.
En la oficina-taller los cuidados son muy estrictos. Los elementos de higiene y protección están presentes en cada jornada. El tamaño de la oficina también les permite una buena disposición de los espacios de trabajo para respetar las distancias, y el ritual del mate, que es infaltable, continúa pero con modificaciones: ahora cada uno se ceba y toma del suyo, sin compartir.
Además de sus ganas de colaborar, el sentido de pertenencia es algo muy marcado en Gastón y sus compañeros. El tránsito por la Escuela de Jardinería municipal dejó sus huellas en cada uno de ellos y seguramente contribuyó para que este tipo de iniciativas se piensen y se lleven a cabo. “Tengo un compromiso muy grande con la repartición y con la ciudad; Parques y Paseos es como mi segunda casa”, asegura el trabajador.