Multitudinaria marcha frente al Congreso en reclamo de justicia para Fernando

Graciela Sosa fue la primera oradora del acto en el Congreso en el que una multitud pidió justicia por el crimen del joven asesinado a golpes en Villa Gesell.

«Quiero justicia por mi hijo, lo mataron a traición», dijo Graciela Sosa, la mamá de Fernando Báez Sosa, al encabezar una multitudinaria y emotiva marcha frente al Congreso de la Nación por el asesinato a golpes del joven, cometido hace un mes en la ciudad balnearia de Villa Gesell.

«Quiero justicia por mi hijo, lo que le hicieron es terrible, no lo dejaron defenderse, lo mataron a traición», exclamó entre llantos la mamá de Fernando, acompañada de su marido Silvino ante más de 10.000 personas que se congregaron en la Plaza del Congreso.

«Quiero agradecer a todos por venir, mi vida no es fácil. Pero con ustedes se va a hacer justicia por mi hijo», agregó, mientras los asistentes exclamaban «perpetua, perpetua» y levantaban en alto carteles con la cara de Fernando.

«Se nos vino todo abajo, mi casa está vacía cuando me levanto. Tengo su cama tendida y sé que no volverá», expresó Sosa, muy conmovida, mientras en el público la mayoría lloraba junto a ella.

Julieta Rossi, la novia de Fernando, y los amigos del joven fueron los primeros en entrar al escenario pasadas las 18.15 y se sentaron en el piso con un cartel con la cara del joven asesinado colgando en su pecho, mientras sostenían otro que dice «Justicia por Fernando. Asesinado en Gesell. Vamos sin violencia».

Fabián Améndola, abogado de la querella en la causa por el asesinato del joven Fernando Báez Sosa, dijo a Télam que el acto multitudinario de hoy fue «un reflejo de lo que pasa en la sociedad, este caso ha calado tan profundo porque Fernando ha pasado a ser un símbolo de la lucha contra la violencia».

A las 18.33, los miles de asistentes comenzaron a cantar el Himno Nacional frente al escenario, donde colgaba una bandera gigante con la leyenda: «Dios te tiene en el cielo, nosotros en nuestros corazones».

Desde la organización repartieron panfletos con la cara de Fernando, que la gente se iba pasando para que todos tuvieran uno en la mano al gritar «justicia, justicia» mientras caía la tarde en la Ciudad.

En la pantalla del escenario se proyectó un video de Fernando con fotos de cuando era niño, con la canción «No te olvides» de Bersuit Vergarabat, junto a sus padres, los amigos del Colegio Marianista y su novia Julieta Rossi.

«En nombre de Silvino y Graciela, los padres de Fernando, decimos que iremos hasta las últimas consecuencias para que haya Justicia para Fernando y todas las víctimas de la violencia», dijo el locutor en el acto, mientras los asistentes, varios miles, arengaban y algunos levantaban carteles con la cara de sus familiares, victimas también de la violencia.

Andrea, madre de Andrés Rueda, que fue asesinado por motochorros en Concordia, dijo que sintió «la necesidad de venir y acompañar a los padres de Fernando. A mi me pasó lo mismo, me arrebataron a mi hijo unos delincuentes y quería venir a darle fuerza. Que sepa que no está sola y que hay toda una sociedad acompañándola».

El diácono del colegio Marianista al que concurría Fernando Báez Sosa, Miguel De Martino, fue el encargado de la ceremonia religiosa del acto y pidió que «abracemos el dolor con amor, acompañemos a los papás con la presencia y con la oración», y luego le pasó el micrófono a Silvino Báez para que rece el Padre Nuestro.

Luego, el locutor agradeció en nombre de la familia a la comunidad paraguaya en Argentina, a los gobiernos Nacional y de la Ciudad y al papa Francisco por el apoyo.

La multitud observó luego un video del proyecto solidario «Servir», del que participaba Fernando en el Colegio Marianista del barrio porteño de Caballito.

En el cierre del acto, los amigos de Fernando cantaron en vivo sobre el escenario, acompañados con dos guitarras, la canción «El misterioso dragón», que solían cantar con el joven fallecido.

Finalmente, Graciela Sosa salió a saludar nuevamente levantando los brazos y en llanto a los asistentes, que se retiraron lentamente secándose las lágrimas.