La inédita iniciativa, desarrollada en el marco de un nuevo aniversario de la ciudad con entrada libre y gratuita, fue todo un éxito y desde el municipio planean repetirla.
Por primera vez el Palacio de los Leones abrió sus puertas para una visita guiada y fue todo un éxito. Más de 700 personas se sumaron a la inédita iniciativa que tuvo lugar este sábado 3 de agosto, desarrollada en el marco del 172º aniversario de la Declaratoria de Rosario como ciudad y coordinada por el Equipo de Educación del Museo de la Ciudad Wladimir Mikielievich, con la participación del arquitecto Pablo Mercado y personal de la administración del lugar.
Con entrada libre y gratuita, rosarinas, rosarinos y visitantes pudieron conocer un edificio que es un símbolo ineludible y parte del acervo cultural de la ciudad. Debido al éxito de la convocatoria, desde el municipio señalaron que planean repetir la actividad.
Cabe recordar que se bien la apertura del Palacio de los Leones a grupos tiene algunos antecedentes en los últimos años en oportunidad de las ediciones 2022, 2023 y 2024 de Open House, esta fue la primera vez que se ofreció un recorrido guiado y narrado por el emblemático edificio con especialistas que guiaron al público a partir de un itinerario narrado fruto de la investigación realizada por la historiadora Alicia Megías y las imágenes del Archivo Fotográfico del Museo.
Entre las atracciones de la visita, los participantes pudieron conocer lugares muy interesantes como lo que queda de la biblioteca del antiguo Honorable Concejo Deliberante, que durante muchos años residió en el edificio antes de mudarse al Palacio Vasallo.
También se pudo observar el techo abovedado original de la Mesa General de Entradas en la planta baja, el salón Carrasco y el despacho del intendente, en el primer piso, entre otros salones.
Merecen un capítulo aparte la bóveda bancaria con su respectiva puerta similar a una caja fuerte de 1,90 m de alto, donde el municipio guardaba sus activos antes de la descentralización, y el Archivo General ubicado en el subsuelo desde la inauguración del edificio.
Un poco de historia
La Municipalidad de Rosario comenzó a funcionar el 12 de Febrero de 1860, en un predio donado por el Gobierno Provincial, que contaba con dos edificios muy modestos, de adobe y con pocos muebles. No fue sino hasta finales del siglo XIX que se encaró seriamente el proyecto de la construcción de un edificio nuevo.
El crecimiento demográfico y el desarrollo económico de la ciudad fueron claves para impulsar la decisión: para la última década de aquel siglo, Rosario ya contaba con más de 90 mil habitantes. El 45% de ellos, extranjero.
Mediante una ley emanada del Poder Ejecutivo provincial del 7 de octubre de 1886 se autorizó a la Municipalidad del Rosario a contraer un empréstito exterior en pesos oro para construir un edificio “de mayor importancia y apariencia”.
Para la construcción, la Municipalidad tuvo que comprar terrenos adyacentes a distintos vecinos y a la curia. El empréstito en pesos oro también fue utilizado para mejorar la situación edilicia y urbana de la ciudad.
El 3 de abril de 1888, un nuevo decreto facultaría a la Intendencia para confeccionar los planos en la Oficina Municipal de Ingenieros destinados a albergar al gobierno local. Unos meses más tarde, el municipio aceptó la propuesta del arquitecto Rezzara para la construcción del Palacio Municipal, en la esquina de Buenos Aires y Santa Fe.
Después de planos desestimados, rencillas políticas, obras suspendidas, acusaciones públicas, complejidades financieras y todo tipo de contratiempos, la ciudad pudo sobreponerse e inaugurar El Palacio Municipal el 24 y 25 de mayo de 1896. La obra duró 8 largos y complejos años.
Los leones
El Palacio, apodado así por sus semejanzas con las sedes de gobierno europeas, más que con edificios de oficinas habituales de la época, fue otorgada la licitación para la construcción, en primer lugar a Gaetano Rezzara (aunque no sería él quien finalmente concrete el edificio).
El diseño arquitectónico italiano, de estilo neo renacentista. Su distinción estilística puede notarse tanto en la compacidad y volumetría simple del edificio como en el elemento decorativo que se ven en la fachada y son típicos del renacimiento del norte de Italia: aberturas con arcos de medio punto, las esquinas redondeadas, los ojos de buey y los balcones. El edificio rodea un patio central con arcadas y columnas de orden jónico.
El apodo ‘Palacio de los leones’ viene de los dos felinos que franquean la escalinata de acceso a la entrada principal, que son coincidentes con los que se encuentran en la escalinata de la catedral de San Lorenzo, Génova, Italia.