Nota de opinión: «Los silencios de la connivencia»

Por: Lorena Maciá

El acuerdo o complicidad entre dos o más personas se fugó entre miles de participantes en un día de fiesta para la ciudad, la despedida de Maxi Rodríguez del fútbol. Una bandera gigante diciendo: “Nosotros estamos más allá de todo” acompañada por un mono con lentes, un toro y un gallo, todos vestidos con camisetas y pilusos de Newell’s, expresaba en la cancha de Newell´s Old Boys el 24 de junio, el poder de la impunidad y la tolerancia de un gobierno en relación con las faltas de seguridad. Dicha indulgencia no pudo disimular como en nuestra ciudad de manera ya no implícita nos relacionamos cotidianamente con personas que pertenecen a las bandas narcos y que uno desconoce.

Si planteamos que hoy naturalizarlas está mal, llegamos tarde. Ellas conviven con nosotros, pero no son ajenas a nuestro grupo social como grupo excluido, ya hay un conocido de otro conocido, el hijo de, el amigo del nietito de, y así con tantos años de condescendencia, fueron tejiendo redes como una telaraña gigante como ese emblema que se trató de una demostración de poder de parte de quienes conducen el paraavalanchas.

Sin embargo, a pesar  que en el presente traen muertes de inocentes, balaceras, pelea entre ellos, y estamos otros encarcelados a su piacere, no deja de resaltar el poder adquisitivo que manejan. Un sistema diseñado para ellos sobrevuela complaciente en la las estructuras institucionales, que no son tan estructurantes, sino más bien, sin paredes a la vista; como si las leyes no se aplicaran para ellos, como también plantear de manera inocente como semejante sigilo, lo pudieron haber ingresado o retirado sin que nadie pudiera verlo y encontrar  solo “trapos” no correspondiente al mismo en el allanamiento.

Con organización privada y el mensaje del ídolo, evidenció que es posible vivir con pasión apelando a la razón. El respeto a los invitados de Central fue el ejemplo más claro. “En Rosario se pueden hacer cosas no solo con seriedad sino también con respeto”, aseveraron algunos en los medios, como si fuese una hazaña… 40 mil personas podían saludar, corear y aplaudir a los jugadores que se identificaban con Central como son Pocho Lavezzi y Ángel Di Maria y sin ningún inconveniente. Entre tanto Lionel Messi y Lionel Scaloni con el simpatizante, el fanático leproso, valoró el gesto de ambos sin olvidarse que el verdadero protagonista era el anfitrión Maxi Rodríguez.

Pero la fiesta representó, además, un ejemplo de convivencia para la ciudad en torno al folclore clásico entre Newell’s y Central, lástima o nó, aunque a muchos les haya tomado por sorpresa la intimidación,  fue un fuerte mensaje mafioso de identidad marcando con sello propio su superioridad a las trasgresiones  que significaron los crímenes en esa manta de encanto.

La calma aparente que brinda la indulgencia no puede disimular que en los silencios de lo más profundo se cuecen habas bajo las cuales viven.