Nota de opinión.
Por: Carlos Del Frade
A Güemes, el 10 de junio de 1821, los integrantes de las oligarquías jujeña y salteña lo delataron y en su fuga lo hirieron y terminó muriendo el 17 de junio.
Ese mismo día pero en 2023, el gobierno de Gerardo Morales ordenó la represión contra el pueblo jujeño.
Una coincidencia que remite a la matriz de dominación política que se sigue ejerciendo en el norte de la Argentina.
Los intereses minoritarios que tienen la mayoría de los votos repitieron el castigo de clase que le habían impuesto a Güemes.
En cada denuncia que se conoce sobre la ferocidad de la represión de Morales no solamente puede ser un adelanto de lo que podría suceder a nivel nacional, si no que representa el reciclaje de los matadores de Güemes.
La represión también es una prueba de la fragilidad de la democracia de cuarenta años.
El protagonismo popular en distintos lugares del país será la mejor manera de cortar de raíz la vieja e inveterada costumbre de los sectores feudales de cercenar derechos sociales, humanos y laborales.
Hay que parar el reciclaje de los matadores de Güemes.