En medio de las lluvias torrenciales que afectan la región y nuestra ciudad, los barrios vuelven a inundarse y aumentan los riesgos de inundación en las zonas más postergadas de la ciudad. El sábado, los vecinos de Empalme, Nuevo Alberdi y Fisherton amanecieron con el agua hasta los tobillos, dentro de sus casas, explicaron los ambientalistas.
Los titulares de los medios volvieron a presentar a la crecida de los arroyos Saladillo y Ludueña como una amenaza “impredecible” e “indomable”.
Queremos decir que en un contexto de El Niño, intensificado por el cambio climático, las precipitaciones y tormentas fueron pronosticadas y los riesgos advertidos hace tiempo a las autoridades. Si a esto le sumamos las reiteradas denuncias que venimos realizando desde la Mesa intersectorial por el Ludueña, sobre el estado deplorable en que se encuentra el arroyo y el peligro que representa para los vecinos, esto es crónica de una muerte anunciada.
Más que la crecida de los arroyos, la amenaza son nuestros funcionarios que legislan sin voluntad para accionar ni jerarquizar las problemáticas más urgentes de la ciudad. El fin de semana se vio presencia del Estado para canalizar y sacar el agua de las casas. Los barrios están abandonados.
La calidad de vida se deteriora a cada segundo, todo esto, sumado a la escalada de la violencia narco, la falta de transporte público, las escuelas y centros de salud, que se caen a pedazos por negligencia y complicidad Nacional y Provincial.
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