Emergencia cultural, indiferencia estatal.
A casi un año del inicio de la pandemia y las restricciones, es de público conocimiento el estado de situación crítico de muchos sectores que componen nuestra sociedad. Pero no lo es, o no lo dejan ver, el “culturicidio” que se está cometiendo en nuestra ciudad, la gran Rosario cuna de movimientos culturales de renombre nacionales e internacionales, una ciudad en la cual, la mayoría de su población consume, produce y vivencia en espacios culturales su día a día. Hoy esta realidad se ve totalmente descartada e ignorada por parte del ejecutivo Municipal y sus secretarías.
Durante el 2020 y en el transcurso de 2021, producto de la crisis desencadenada por la pandemia más de 10 espacios culturales tuvieron que cerrar sus puertas, por la crisis económica y la indiferencia estatal. Por estos espacios concurren y transitan una enorme cantidad de músicos y artistas junto a sus espectadores, que no tienen lugar en otros espacios culturales gestionados por productoras privadas o la Municipalidad misma y se ven expuestos a arreglarse “como pueden” para llevar adelante sus trabajos.
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La pandemia profundizó mucho más esta realidad que se vive hace ya varios años, en donde el estado municipal sigue sin tener políticas públicas que los integren al tejido social. Se pueden dar muchos ejemplos de la falta de responsabilidad municipal en este tiempo, “El Café de la Flor” que por falta de control y regulación se pudiese haber evitado el accidente eléctrico que cobró la vida del músico Adrián Rodríguez en 2015.
Así como el lamentable suceso que dejó con secuelas permanentes a Daiana Travesani en 2016 en el centro cultural “La Chamuyera”. En estos casos la municipalidad solo se hizo presente después de ocurridas las tragedias, desestimando que si existieran políticas públicas que contemplen estos espacios, se podría haber prevenido ambas situaciones.
Alrededor de 70 espacios de arte y cultura independientes componen el entramado social de todos los rosarinos. Muchos de los espacios y les artistas que allí trabajan, no cuentan con las garantías y normativas que les contemplen dentro de la ley. Comenzando por el hecho de que no existe categoría de habilitación municipal para “Centros Culturales Independientes”, lo que obliga a estos espacios a ir y venir por otras categorías alternas que nada tienen que ver con sus actividades diarias.
Para contar con habilitaciones tienen que ajustarse a rubros como Whiskerías, Bares o Teatros, distando por lejos las actividades que allí se desarrollan. En el marco de esta cadena, los artistas se ven obligados a aceptar trabajos en los cuales son precarizados y vulnerados sus derechos laborales. Los pocos escenarios que subsisten en la actualidad son de privados o municipales, en esas condiciones, se vuelve imposible elegir.
Para que esto no siga ocurriendo y para que de una vez y para siempre Rosario visibilice a sus artistas por fuera de los marcos estatales institucionales, solicitamos al ejecutivo y al legislativo local que existan leyes que contemplen nuestras realidades y que den fin a la invisibilización de la cultura local. Otorgando garantías, leyes, normas y regulaciones para poder trabajar íntegramente en nuestros oficios y carreras de manera independiente.