La planta química DOW en Puerto General San Martín, Santa Fe, cerró definitivamente, marcando un hito en la industria nacional y convirtiéndose en la primera planta química en cerrar durante el gobierno de Javier Milei. Este cierre ha generado una fuerte preocupación en el sindicato de petroquímicos SOEPU, que denuncia un cambio de época para la industria argentina y un golpe duro a la economía local.
DOW, hasta ahora la única productora de polioles y éteres glicoles en el país, ha decidido trasladar su producción a Brasil, reconvirtiéndose en importadora para seguir comercializando los productos que hasta hace un mes se fabricaban en su planta santafesina. El sindicato expresó su alarma ante lo que consideran un proceso de «desindustrialización» que está afectando gravemente a las pequeñas y medianas empresas (PYMEs) nacionales que dependían de estos productos para sus procesos productivos.
“Pasamos de un modelo industrial que producía en Argentina, con mano de obra calificada, a subsidiar la industria brasilera, importando lo que antes fabricábamos aquí y dejando el control de la comercialización en pocas manos”, afirmó el SOEPU en un comunicado.
El gremio también destacó que este cierre no es un hecho aislado, sino que forma parte de un proceso más amplio de desmantelamiento de la industria nacional, con consecuencias para varios sectores, desde la producción de colchones y componentes automotrices hasta la industria de la construcción y de electrodomésticos. En particular, subrayaron que la falta de TDI (disocianato de tolueno), producto base para la espumación de poliuretano, obligará a Argentina a importar estos insumos esenciales.
Desde el sindicato, que lidera Mauricio Brizuela, se ha denunciado además la “falta de entendimiento” por parte de las autoridades provinciales y nacionales sobre los daños que este cierre implica para la matriz industrial del país. “A pesar de la media sanción que se dio sobre la utilidad pública de la planta en el Senado, el proyecto fue ‘cajoneado’ en la Cámara de Diputados”, señaló el SOEPU, lamentando que la ley ya no será tratada.
El cierre de DOW afecta no solo a los más de 100 trabajadores directamente desvinculados, sino también a toda la región del cordón industrial, que pierde una planta clave para la economía local. El gremio advirtió sobre los efectos sociales y psicológicos del desempleo masivo, además de los daños económicos que supone la pérdida de casi 500 millones de pesos al mes en el mercado interno.
“Es un golpe muy fuerte a la industria nacional. DOW era una planta rentable que tenía el 87% de la producción y casi el 100% de la comercialización de estos productos. Este cierre marca un cambio de época donde la defensa de la industria nacional ya no está en la agenda del gobierno”, agregó el SOEPU.
Por último, Brizuela reflexionó sobre el panorama político, lamentando que el país haya elegido a un presidente que, según él, «idolatra a las multinacionales en detrimento del Estado argentino y nuestros derechos soberanos». A pesar de la situación adversa, el sindicato prometió continuar su lucha para frenar las políticas que consideran «entreguistas» y seguir defendiendo la industria y el trabajo argentino.
El cierre de DOW es un claro ejemplo de los desafíos que enfrenta la industria nacional en el contexto actual y plantea serias preguntas sobre el futuro de la producción y el empleo en Argentina.