A partir del escenario electoral que marcó el resultado de las PASO del 11 de agosto, en la Argentina todo se está viendo con otros ojos. Y el ojo del consumidor está más atento que nunca: aumento de precios, incertidumbre con el dólar, y el consumo que no repunta. En este artículo adelanto de la Revista Consumar de septiembre, queremos aclarar algunas cuestiones vinculadas al consumo de bienes y servicios y su relación con la divisa estadounidense.-
INTRODUCCION.
En momentos donde las variables macroeconómicas están dentro de todo tranquilas, y el sector minorista del consumo, del comercio, y del mercado interno analizan certidumbre y previsibilidad para los meses venideros, la economía funciona y el consumidor y el usuario toman decisiones más allá de la coyuntura que pueden llegar a afectar sus ingresos presentes y también los futuros.
Ahora bien, en una situación de incertidumbre, volatilidad del tipo de cambio, y proyecciones negativas sobre la capacidad de compra de los salarios e ingresos, claro está que el resultado no puede ser otro que el atravesado en la actualidad: recesión e inflación. Lo segundo tiene que ver con el dólar, y ello repercute en lo primero. O a veces al revés, depende si estamos en la Argentina o en otro lado.
Más allá de esta introducción lógica de un breve análisis coyuntural, lo cierto es que la situación actual está dando al consumidor un método de consumo que tiene que ver, en parte, con la situación del dólar: y por eso hablamos o titulamos este artículo como “Dólar consumo”.
Qué está pasando o cambiando en las compras o contrataciones diarias a partir de que el dólar está cerca de los $60 y se alojó en tan pocos días de los $45? Qué medidas tomó el gobierno y adoptaron las empresas las cuales le imponen cambio de actitudes al consumidor?
La respuesta la tenemos y es muy concreta: “controles en el mercado de cambios”. Y ahora bien… cómo afecta esto a mis consumos si yo no compro dólares y no adquirí ningún servicio o bien dolarizado o contratado vía electrónica en el exterior? Lo afecta, y siempre, y ahora pasaremos a comentar por qué.
Dólar y consumo hoy
La Comunicación “A” 6776, en primer lugar, limita la compra de U$S en hasta 10 mil mensuales, y ello, hay que aclararlo, no alcanza a los pagos de los clientes de las financiaciones en moneda extranjera otorgadas por entidades financieras locales, incluyendo los pagos por los consumos en moneda extranjera efectuados mediante tarjetas de crédito. Aquí, como se verá, hay una primera medida tomada por el Banco Central hace pocos días, y tiene que ver con el consumo. Claro está que con aquellos usuarios financieros que adquieren moneda extranjera, o aquellos consumidores cuyos consumos con tarjeta son en moneda extranjera, por ejemplo: un termo comprado en China con el sistema puerta a puerta.
Por otro lado, otra medida tomada en la misma norma y que afecta al consumo, es aquella que indica que la transferencia de divisas de las personas humanas desde sus cuentas locales en moneda extranjera a cuentas propias en el exterior se puede efectuar sin restricciones. Claro está que algunos preguntarán y por qué afecta: afecta porque ese dinero sigue siendo transferido y no es consumo local o ahorro local. Aunque ello es continuar con el esquema actual, la discusión sobre las transferencias al exterior vs. el ahorro local sigue estando.
Por otro lado, el impacto en el consumo del movimiento brusco del dólar, se ve en las deudas que se tienen por consumos realizados con anterioridad, y que deben ser aplicadas al nuevo tipo de cambio. Para ello, se deben tener en cuenta algunas cuestiones para evitar errores y no pagar de más tras la devaluación. Los consumos en pesos y dólares mantienen esa moneda en el resumen de la tarjeta. En las operaciones con otras monedas extranjeras (euro, libra, peso chileno, real, etc.), los montos se convierten a dólares a un tipo de cambio que determina cada emisor (Visa, Mastercard, American Express, etc.) y así se computan en el saldo de la tarjeta. El tipo de cambio de la conversión de monedas a dólar aparece escrito en el resumen, y se toma el tipo de cambio del día en que se realiza el pago del resumen de la cuenta, independientemente de la cotización del día en que se hizo la compra o del día en que cierra la tarjeta -marca el límite de qué consumos ingresan en un período-. En otras palabras, la fecha de compra o el cierre de la tarjeta no afectan el monto final que habrá que desembolsar para cancelar la deuda. Llevado a un ejemplo concreto, si una persona realizó una compra con su tarjeta en los Estados Unidos el 10 de agosto por US$50 imaginó que, en pesos, ese consumo equivalía a $2327,50 (ese día el tipo de cambio era de $46,55). También cabe aclarar que si el cliente tiene dólares en su cuenta, puede utilizarlos para pagar los gastos realizados con su tarjeta en esa moneda. Además tener en cuenta que algunas tiendas en el exterior o sitios de comercio electrónico, al momento de pagar con una tarjeta el cliente puede elegir si ese consumo es ingresado en dólares o en pesos. Si se elige esa última opción, la operación se hace automáticamente e ingresa al resumen de la tarjeta en moneda local. Si bien suele tomarse una cotización del dólar ligeramente superior a la del mercado, es una alternativa que permite fijar un consumo y evitar el riesgo de los vaivenes cambiarios.
Por otro lado, saber que se puede pagar antes del cierre, haciendo lo que se llama «cierre parcial» y permite cancelar los consumos que ingresaron hasta esa fecha. Para concretarlo, el usuario debe comunicarse con el banco y solicitarlo. Luego, dependiendo de la política de cada entidad, debe acercarse a la entidad o ingresar a su home banking para concretar el pago. En este caso, también se toma el tipo de cambio del día en que se hace el pago.
CONSIDERACIONES FINALES.
Hasta aquí hemos aclarado algunas cuestiones que hacen al consumo “no prioritario o esencial” de productos o servicios donde la tarjeta de crédito está involucrada, o donde los montos son mayores. Pero ahora bien. Hablando de lo más terrenal, en qué afecta el “dólar consumo” a la economía más básica.
Lo cierto es que la situación actual del dólar a casi $60 afecta a todos, y más a los que menos tienen o sus consumos durables son de bajo monto.
Todos los rubros hoy están caídos, y los precios están subiendo lo mínimo para el consumidor y lo que más se “pueda” para el proveedor.
Por ejemplo en el sector tecnología y electrónica hay un desplome de más del 32% respecto al año pasado, que luego del Mundial de Rusia no tuvieron buenos números, y ni el segundo semestre de la mano de las cuotas sin interés o con Ahora 12 más bajo, pudo recuperarse.
Para el caso de los alimentos, aún cuando se trata de lo último que los argentinos resignan, se sabe que en julio las ventas de supermercados y autoservicios se redujeron 10% de manera interanual, mientras el acumulado registra una caída de 7,6% entre enero y julio de este año, lo que anticipa que las cifras de agosto puedan ser igual o más negativas que las registradas en el inicio del segundo semestre.
Además del bolsillo, lo que se derrumbó fue la confianza. Y en un escenario donde, además, se está frente al crecimiento de las protestas sociales, la confianza es la siguiente variable que se rompe en la cadena del consumo.
En la actual coyuntura, los productos más castigados son los de limpieza de ropa y hogar (12,2%), desayuno y merienda (11,4%), perecederos y fríos (10,6%) y bebidas sin alcohol (10,4%), de acuerdo a los números de Scentia, que son similares a los que poseen otras consultoras.
Si desde hace años los supermercados buscan la manera de salir del esquema de promoción para la venta de sus productos, en contextos como el actual continúan más entrampados aún.
Yendo al rubro automotor, los patentamientos registraron una caída de 32,8% en la medición interanual, con un derrumbe de casi 46% en lo que va del año.
Ahora, el objetivo de las terminales es no caer por debajo del piso de las 500.000 unidades vendidas, lo que implicaría el peor registro en una década.
En lo que respecta al sector electro, a principios de julio, el humor había cambiada para bien, de la mano de una incipiente reactivación luego de que se pusiera en marcha nuevamente la financiación a través del Ahora 12 y el Ahora 18, instrumento clave para mover ventas en productos de ticket elevado.
La foto que viene es como la del primer semestre: la caída del sector electrodoméstico continuará. Si bien para este año se estimaba que los índices siguieran siendo negativos, la previsión ahora es peor. Los salarios vuelven a caer, los precios continuarán al alza, la desconfianza es mayor y la gente no se endeuda.
Las caídas más fuertes se dieron dentro del sector línea blanca, televisores y notebooks. A esto se suma que hay poco surtido, de modo que los precios son elevados, las cuotas también son altas y ahí aparece la dificultad. Son varios los comportamientos de consumo alterados en un contexto incierto como el de la Argentina.
La confianza y la expectativa son los factores clave y, en definitiva, los que mueven a las herramientas destinadas al consumo.
por Fernando Diego Fontela
Coord. Filial CABA – Cesyac
filial.buenosaires@cesyac.org.ar
INFO ÚTIL.
Banco Central de la República Argentina