Del Estebán a Vicentin
Por Carlos del Frade.
La décima semana del juicio a Esteban Alvarado, cabeza de la principal organización empresarial narcopolicial de la provincia de Santa Fe, sirvió de escenario para las personas que representan los intereses de los imputados y son testigos de las defensas. Pero lo sucedido afuera del edificio del Centro de Justicia Penal rosarina ilumina el contexto que explica el desarrollo del poder económico y de fuego de la banda “del Esteban”.
En los últimos días de abril de 2022, diecisiete directivos de Vicentin y Renova fueron imputados, una vez más, por los delitos de desbaratamiento de derechos adquiridos, estafas varias y se abre la puerta para que sean procesados por lavado de dinero, tal como lo hizo en julio de 2020 el fiscal de Capital Federal, Gerardo Pollicita.
En forma paralela, en el proceso que se sigue a Alvarado y asociados, quedó claro que la manera de lavar dinero de parte de la organización estaba basada en la invención de empresas fantasmas, circulación permanente de dinero y bienes entre los integrantes de las mismas, adulteración de documentación pública, falsificación de realidades laborales, sub valuación de rodados comprados, repetición de nombres y personas en esos supuestamente diferentes emprendimientos, contactos con firmas “legales”, cercanías políticas, judiciales y policiales y sangre derramada en los barrios del Gran Rosario.
Ninguna diferencia con la forma de operar de la casi veintena de personas imputadas, procesadas y libres porque pudieron pagar 10 millones de dólares de fianza que formaron parte del fugaducto de Vicentin en los últimos diez años.
Como alguna vez se dijo en estas columnas, trayendo a la memoria una vieja frase de la mitología egipcia, lo que es arriba, es abajo.
La única diferencia, por ahora, es la cantidad de sangre derramada en los barrios.
Pero las maniobras de adulteración de datos, flujo de bienes, acciones, dinero y yuxtaposición de nombres, es casi igual.
Si Vicentin y la banda de Alvarado tienen morfologías parecidas es porque cuentan con la impunidad de controles ineficientes, las distintas áreas de los estados bobos y cómplices.
Una matriz que, además, tiene un punto neurálgico: los puertos y las rutas.
Las vías de comunicación que permiten que entren y saquen lo que se les da la gana.
La gran diferencia radica en el origen de clase de cada una de las personas involucradas. Los directivos de Vicentin y Renova son gente acostumbrada a pisar las alfombras rojas de la Bolsa de Comercio de Rosario, mientras que Alvarado y sus amigos frecuentan otros edificios.
En realidad, los mecanismos para gambetear los supuestos controles legales son parte del mismo sistema que multiplica el dinero a través del endeudamiento y la especulación. El delito tiene cobertura legal. No hay capitalismo sin delito. Con sangre derramada o sin sangre derramada. Esa es la tremebunda confirmación que surge de esta décima semana del juicio a Alvarado. El narcotráfico y el negocio de las exportaciones son dos caras de la misma moneda: el flujo constante de dinero que se concentra en pocas manos. El drama, como siempre, está en la vida cotidiana de millones.
El repaso de los instrumentos para lavar dinero que tiene “el Esteban” y que también posee Vicentin y asociados demuestra que gran parte de los estados están resignados ante la supuesta omnipotencia del dinero.
Así todo, la valentía de algunas mujeres y algunos hombres de la justicia es capaz de salir al cruce de tanta impunidad y ofrece una certeza de esperanza.
Fuentes: audiencias públicas de los juicios a Esteban Alvarado y directivos de Vicentin, entre el 25 y 29 de abril de 2022.