Estudios del Gobierno porteño y UNICEF confirman que casi el total de los contagios se producen fuera del ámbito escolar. Las escuelas abiertas, con medidas de seguridad, son una ayuda contra datos que impactan: entre el 60 y 70% de los jóvenes en la Ciudad han presentado síntomas de angustia, depresión y baja satisfacción con la vida por la suspensión de las clases.
Desde el inicio del ciclo lectivo con protocolos de salud en la Ciudad de Buenos Aires, desde febrero hasta el 10 de junio de 2021, tan solo se contagiaron por coronavirus 14.665 personas, es decir el 2% en un universo de más de 700 mil personas que conforman la comunidad educativa, según un informe del Gobierno porteño; pero eso no es todo: el trabajo concluye que casi el total de los contagios se realizaron fuera del ámbito escolar. ¿Conclusión? Las escuelas abiertas, con las convenientes medidas de seguridad, no son focos de transmisión del COVID en la comunidad.
Esta afirmación, con la que coinciden organismos como UNICEF sobre la base de informes y datos con situaciones similares de todo el mundo, interpela de manera urgente la necesidad de abrir las escuelas y los espacios educativos, a raíz del fuerte daño que producen tanto la interrupción del sistema educativo presencial y las medidas de confinamiento en el desarrollo del aprendizaje, la salud mental y el estilo de vida de los jóvenes. Por eso es fundamental y urgente el abordaje de la Salud de los jóvenes de una manera integral.
Entre el 60 y 70% de los jóvenes en la Ciudad han presentado síntomas de angustia, depresión, sentimientos de soledad y baja satisfacción con la vida, como consecuencia de las medidas de confinamiento, cuarentena, la suspensión de las clases y la cancelación de sus rutinas.
Las cifras, que surgen de un estudio en conjunto por el Gobierno porteño y UNICEF, se suman a una serie de trabajos que explican que la cuarentena y las estrategias de confinamiento a lo largo de 2020 y en lo que va de 2021 han tenido múltiples consecuencias en la salud emocional y mental de los y las jóvenes que suma alteraciones en el sueño, en las comidas y en la comunicación, una situación que se agrava por la interrupción de las rutinas educativas y las clases presenciales. ¿En qué medida la cuarentena como única salida de la pandemia afectó a este sector de la población?; ¿Cómo la salud de los niños y adolescentes se vio dañada por la interrupción de clases presenciales?; ¿Por qué la interrupción de las clases debe ser la última medida en tomarse? ¿Qué estrategias y protocolos diseñó la Ciudad de Buenos Aires para la vuelta a clases presenciales que permita la recuperación de la rutina educativa y la mitigación del daño en la salud mental de chicos y chicas?
Un daño a la salud y al bienestar de la población
El COVID-19, además de sus consecuencias hacia la salud, ha generado daños de magnitud en el bienestar psicosocial de la población. Así lo explica un estudio reciente del Gobierno de la Ciudad, UNICEF y la Fundación INECO: “Las circunstancias de la pandemia y su consecuente cuarentena han puesto a prueba la capacidad de cada uno de los jóvenes para resistir y adaptarse desafiando la estabilidad de su estado de ánimo y la regulación de sus emociones”, explica el trabajo, y agrega: “La respuesta a situaciones de estrés suele ser la resiliencia, es decir superadora, sin embargo, es frecuente que algunos individuos reaccionen naturalmente con diversos síntomas de depresión y ansiedad, viéndose afectada su capacidad para afrontar las situaciones que acontecen en la vida cotidiana”.
En la Ciudad de Buenos Aires se tomó nota de esta situación al punto que se investigó, a través de una serie de estudios y encuestas el daño que genera en la salud mental de los jóvenes tanto la cuarentena como la suspensión e interrupción del sistema educativo.
La investigación, que realizó encuestas a adolescentes de entre 13 y 20 años de la Ciudad de Buenos Aires para evaluar el impacto de la cuarentena y la pandemia, diagnosticó que el 60/70% de los encuestados “mostraron síntomas de ansiedad, depresión, sentimientos de soledad y baja satisfacción con la vida”.
En definitiva, la vida emocional de los jóvenes se vio significativamente afectada por la cuarentena y las medidas de confinamiento. Ahora, ¿cómo repercutió en ellos la suspensión de clases presenciales?
Sobre la modalidad virtual, y de acuerdo con datos de UNICEF, esa conexión no se tradujo en un buen rendimiento: “63% de hogares con niños y niñas en escuelas marca deficiencias y desafíos con relación al presente ciclo lectivo, 58% de los hogares indicaron que a las niñas y niños se les complicaba mantener la atención, 31% no pudieron mantener una rutina relacionada con el aprendizaje y 26% que no se pudo avanzar con el aprendizaje ni recibieron ningún informe de evaluación sobre los aprendizajes del año”, explica el informe y agrega: “Cuando se consultó a las y los adolescentes sólo 19% indicaron que aprendieron mucho en el año. El resto manifestó haber obtenido algunos aprendizajes (48%), muy pocos (26%) o nada (6%)”.
Además, al déficit en materia educativa se le suman cuadros preocupantes en materia de salud mental provocados por el confinamiento: “Las y los adolescentes reportan sentirse angustiados, preocupados o deprimidos en este contexto. En particular, los sentimientos reportados de depresión se duplicaron respecto a la medición realizada en abril y los sentimientos de angustia aumentaron ocho puntos porcentuales entre esos meses. En el caso de la primera infancia, aún con leves disminuciones, poco más del 40% de los hogares con niños y niñas de hasta seis años manifiestan que han sufrido alteraciones con las comidas y el sueño, situaciones que indicarían dificultades emocionales”, explica el informe.
En la Ciudad, la situación durante el confinamiento en el 2020 fue similar. Según una encuesta de UNICEF y el GCBA se estableció que la cuarentena afectó significativamente la vida emocional y el estilo de vida de los jóvenes. En la misma línea, muchos de los encuestados manifestaron como expectativas de la salida de la cuarentena volver a la escuela. “Un porcentaje de jóvenes manifestó temor al retorno escolar y gran parte de ellos refirió miedo a no poder recuperar el ritmo o preocupación por la modalidad de evaluación académica”.
La vuelta a clases presenciales con protocolos en CABA
Según datos del Gobierno porteño, desde el inicio del ciclo lectivo el 17 de febrero al 10 de junio de 2021, el total de casos positivos acumulados en la comunidad educativa fue de 14.665 lo que representa tan solo el 2% en un universo de 700.518 personas. Además, explica el informe, el 89% de los contagiados manifestó que el origen del contagio fue fuera de la escuela.
Estos resultados confirman que la estrategia de detección temprana es fundamental y que los protocolos en las escuelas funcionan para evitar mayores contagios, una medida que contribuye así a evitar el cierre de las instituciones.
Es que el impacto del cierre de las escuelas ha tenido un efecto devastador a nivel mundial, afectando los aprendizajes, la protección y el bienestar de niños, niñas y adolescentes. Según un informe de UNICEF en el que estableció su postura sobre la necesidad de una vuelta a clases sugirió que en situaciones de pandemia las escuelas sean lo último en cerrar y lo primero en abrir. “La evidencia muestra que son los chicos y chicas más vulnerables quienes sufren las peores consecuencias”, agrega el informe.
Es que la escuela y las instituciones educativas permiten el reencuentro y la sociabilización con los compañeros y amigos como mecanismo para retomar sus anteriores rutinas. Como explica UNICEF: “la escuela, más allá de su función primaria en el aprendizaje, tiene un rol central en el bienestar integral de niños.”
De esta manera, luego de tres días de cierre que acompañaron el confinamiento dispuesto a nivel nacional a fines de mayo, la Ciudad retomó sus actividades educativas bajo un criterio de “máxima presencialidad posible”. Así se logró que los niveles Maternal, Inicial, Primaria, y Especial retomaran la modalidad presencial; 1ero y 2do año de secundaria de manera bimodal y el resto de los años de forma remota. En tanto, también se mantuvieron de manera remota la educación para adultos, la formación docente, los Institutos de Formación Técnica Superior y Centros de Formación Profesional.
“Todos los establecimientos educativos permanecen abiertos para el desarrollo de actividades administrativas, de orientación pedagógica, de servicio alimentario, de mantenimiento, higiene, limpieza y desinfección y para uso de los recursos tecnológicos disponibles en los mismos”, detallaron desde el Gobierno porteño.
Pero además, la Ciudad de Buenos Aires cuenta con una batería de medidas que acompañan el regreso a las aulas y contribuyen con el buen desempeño de las actividades. De esta manera han sumado una Beca Estudiantil para recursos pedagógicos y conectividad de $21.600, una cifra que puede estar destinado a la compra de útiles escolares, materiales de estudio o para incorporar servicio de internet en los domicilios o datos para el celular. Se estima que la beca estará al alcance de más de la mitad de los alumnos de escuelas secundarias de gestión estatal. Además, la Ciudad incorporó la entrega de cuadernillos pedagógicos impresos y un espacio virtual de apoyo escolar que, con ayuda de orientadores brindan recursos didácticos y ayuda académica a los chicos.
Testeos y vacunación para la comunidad educativa
En línea con la estrategia de potenciar los protocolos y apuntalar el desarrollo cuidado de la actividad educativa, la Ciudad retomó las clases presenciales con la incorporación de un plan de testeos y vacunación para la comunidad educativa.
La Ciudad comenzó la vacunación de su comunidad educativa el 10 de marzo, ante el ingreso de un lote de vacunas Sinopharm provisto por el Gobierno Nacional.
A comienzos de junio habilitó el último tramo para el empadronamiento del personal docente y no docente de las escuelas porteñas que tiene entre 18 y 44 años inclusive. A comienzos de junio, la Ciudad vacunó a todo el personal docente y no docente de escuelas públicas y privadas con la primera dosis. A su vez, unas 16 mil personas ya tiene la 2da dosis.
En el caso de los testeos están dirigidos a estudiantes desde los 6 años de edad, a docentes y no docentes. Los estudiantes mayores de 6 años que no poseen factores de riesgo pueden testearse de forma gratuita en centros habilitados, con turno previo.
En tanto, los docentes y no docentes también pueden testearse voluntariamente. “La estrategia de testeo rápido de coronavirus al personal docente y no docente de escuelas de gestión estatal y privada es un pilar fundamental para sostener la presencialidad cuidada”, explicaron desde el Gobierno porteño y agregaron: “El fin es poder establecer intervenciones oportunas para disminuir la transmisión del coronavirus a través de la búsqueda activa de personas asintomáticas”.