La noche del viernes, el Estadio Vélez Sarsfield vibró con la energía de dos grandes de la música: David Lebón y Eric Clapton. Para el argentino, el evento significó la realización de un sueño que había esperado durante 35 años, por su frustrada oportunidad de acompañar al británico como artista invitado en 1990, un anhelo que se desvaneció a último momento y que lo dejó “llorando toda la noche”, según había confesado en aquel entonces.
Aún con los últimos rayos del sol de las 6 de la tarde, el público se encontró con un Lebón radiante, quien, aunque consciente del poco tiempo que tenía para compartir, se mostró satisfecho de poder estar en ese escenario. Con una banda que lo respaldaba, arrancó su set con “No seas dura”, una pieza que ya daba señales de la conexión que había logrado establecer con la audiencia. “Siempre voy a estar acá, simplemente gracias. Los amo”, expresó, y esas palabras resonaron en el corazón de sus fans.
A medida que avanzaba su actuación, el repertorio fue una mezcla perfecta de sus clásicos que armonizaban con el estilo de Clapton. La entrega fue total: “Hago canciones para tocar solos, me gusta hacer solos”, comentó, y la gente, entusiasta, le pidió que continuara cantando. Entre los seis temas que presentó, “Cuánto tiempo más llevará” y “Noche de perros” se destacaron, cada uno con su carga emocional y su impronta rockera.
Lebón mostró su agradecimiento hacia su banda, un equipo que había trabajado a contrarreloj para ofrecer un espectáculo a la altura. “Lo más increíble es estar vivo para poder vivir este momento”, mencionó, y así se sintió en cada acorde que tocó. La intensidad de “Mundo agradable” y la energía desenfrenada de “Suéltate rock’n roll” cerraron su set con un impacto que dejó a la audiencia pidiendo más.
Horas más tarde, cruzó el campo delantero del Estadio José Amalfitani para ubicarse en su asiento preferencial y disfrutar del concierto de Eric. En el camino, fue ovacionado de pie por los asistentes en una fusión de nostalgia y celebración, y un recordatorio de que a veces los sueños tardan, pero siempre llegan.