Los 3 espacios confluyeron en un gran show en el Galpón de la Música, donde las y los jóvenes participantes, junto a docentes, familiares y amigos, festejaron a puro ritmo un año más de trabajo.
Las escuelas de Rock, Cumbia y Hip Hop concluyeron su ciclo 2018 con un recital que reunió en un mismo escenario a los tres géneros musicales. Las alumnas y los alumnos que integraron estos espacios de formación, y que además grabaron un álbum a modo de muestra final del cursado, tuvieron su concierto de cierre de año el pasado viernes 16 de noviembre en el Galpón de la Música, ocasión en que compartieron un gran show junto a docentes, familiares, amigas y amigos.
Tras unas palabras introductorias de Vanesa Baccelliere, docente e integrante de los grupos Agualuna y Girda y Los Del Alba, quien remarcó la importancia de trabajar en equipo, integrantes de la Escuela de Cumbia irrumpieron en escena a puro ritmo y sabor tropical. El ensamble interpretó canciones clásicas del género como Cumbia sobre el mar (Los Palmeras), Corazón valiente (Gilda), entre otras, tejiendo una fina urdimbre que permitió darle una impronta propia y distendida a cada uno de los temas. Algunas y algunos de las y los integrantes del grupo fueron intercambiando instrumentos, completando una formación compuesta por voz principal, voces secundarias, coros, guitarras, acordeón, timbales, güiro, bajo, congas, teclados y bongó.
Más tarde, Gonzalo “Likuid” Barbiero (uno de los docentes de la Escuela de Hip hop, junto a Marcos “Yordy” Yordanoff y Brian “Brapis” Medina) presentó el bloque donde la rima, los scratches y el flow se adueñaron del Galpón de la Música. “Lo que pretendemos es compartir, no importa el género, sino las ganas de disfrutar”, afirmó el MC para luego dar paso a Keyron, quien apuró las voces de Sentimientos, un track de lírica urbana que navega sobre un beat mid tempo acompañado por el sonido de un saxofón de fondo. Posteriormente, Tentorium tomó la palabra con Libre, una obra en la cual exclama: “Libre yo me siento desnudando el pensamiento y otra vez pateando por la ciudad”. Frescura, expresión y más flow, en esta performance.
Tras este segmento, le llegó el turno al rock. Ignacio Espumado, docente de esa escuela e integrante del dúo Matilda, coincidió con Baccelliere, en la previa al show, que lo mejor de todo es tocar en grupo. “Compartir con el otro es sumamente enriquecedor. Después la que habla es la música”, aseguró.
Sin más preámbulos, Dejalo Que Fluya irrumpió sobre el escenario: se trata de un sexteto de 3 guitarristas, bajista, cantante y tecladista. Ya no me importa fue la primera canción en sonar, denotando ciertas pinceladas de Soda Stereo y Héroes del Silencio, y lejanas referencias a bandas indies mexicanas como Reyno o Bengala. Luego llegaron Dejate amar (Gustavo Cerati o los Green Day de Boulevard Of Broken Dreams hubieran pagado por el arpegio de este tema rosarino) y la movediza Dejalo que fluya (con una intro que recuerda a Babasónicos en Irresponsables), un mix de rock, western y aires punkies. Sobre el epílogo. el cantante se llevó un gran aplauso del público al enfatizar: “Aguante la música. El rock, el hip hop, la cumbia, todo”.
Durante el último tramo de la noche, el poder femenino se hizo presente de la mano del dúo integrado por Dragonia y Mono, quienes interpretaron Fuego, una obra relajada e hipnotizante que bien envidiaría la española Mala Rodríguez. Minutos después, Aymlova acaparó la atención con actitud combativa y cáracter aguerrido sobre el escenario. Bastó solo escucharla en Karmamento para preguntarse si Natty Peluso no tendrá en un futuro no muy lejano a una sucesora rosarina. Completaron el bloque de hip hop el trío integrado por Uoop, Lucas HH y Alejo MC, con su tema Buscando la night.
Para irse a casa con baile y ganas de pasarla bien, las y los participantes de la Escuela de Cumbia interpretaron dos covers bien sabrosos que dieron por concluido un año más de este trayecto pedagógico musical que integran los tres espacios, coordinados por el Programa Ceroveinticinco de la Secretaría de Cultura y Educación y el Galpón de la Música.
Desde una perspectiva diacrónica que incluye al surgimiento de la Escuela de Rock en 2007, pasando por la génesis de la Escuela de Hip Hop y luego la Escuela de Cumbia, puede señalarse que la vinculación pedagógica-musical que se establece entre las y los jóvenes que cursan y sus docentes, no sólo estrecha lazos y aporta conocimientos, sino que otorga un marco de sincretismo en el que se interrelacionan diferentes elementos: emocionales, psíquicos, lúdicos, cognitivos. Así, el cruce de géneros, personalidades, estilos musicales, miradas y sentidos y otros aspectos enriquece a alumnas, alumnos y docentes.
En ese sentido, Giselle Romano, coordinadora del Programa Ceroveinticinco, expresó: “El objetivo en estos espacios de formación musical se basa principalmente en el encuentro con el otro. Hoy por hoy, con la vorágine de internet y las redes sociales, muchos chicos y chicas aprenden desde sus casas, de manera autodidacta. La intención es, por este motivo, buscar un plus, un diferencial que permita transitar una experiencia vinculada a la música, pero con la riqueza de compartir con pares, generando un aprendizaje colectivo”.