El Concejo Municipal de Rosario aprobó el proyecto presentado por el Concejal Eduardo Toniolli que declara de interés municipal el libro “Crímenes menores” de Sandra Miguez, sobre el femicidio de Micaela García, que será presentado el miércoles 18 de septiembre, a las 18.30, en la librería “Mal de Archivo”, Moreno 477, actividad en la que junto a la autora participarán la fiscal de la Oficina de Violencia de Género del Ministerio Público de la Acusación (MPA), Luciana Vallarella y la periodista Bernarda Guerezta.
El libro aborda el proceso del jury a Carlos Alfredo Rossi, el juez de Ejecución de Penas que otorgó la libertad condicional a Sebastián Wagner, quien purgaba una pena por dos delitos de abuso sexual y quien, durante esa condicional, asesinó a Micaela García.
“Fui analizando cada uno de los elementos que a mi criterio eran fundamentales para mostrar cómo la justicia no tiene perspectiva de género y cómo incluso toma algunos recursos que se van incorporando desde la sociedad civil, pero para dar vuelta las categorías”, explicó Sandra Miguez a esta Agencia.
La autora plantea en su libro cómo “desde el género, desde los feminismos, se pulsa para que se incorporen nuevas categorías de análisis, y cómo el Poder Judicial resiste ese intento”.
La obra recoge también el alegato del procurador Jorge García y el pedido de la Asamblea de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans para incorporar a Rita Segato y Enrique Stola como testigos de contexto.
“Crímenes menores. Género y Poder Judicial, la trama de una disputa” es el primer libro de la periodista Sandra Miguez, editado por Azogue Libros.
Crímenes menores
Por Sandra Miguez
El juez Carlos Rossi, responsable de haber aplicado cálculos matemáticos al liberar al que después fue el femicida de Micaela García en Gualeguaychú –Sebastián Wagner ya tenía antecedentes de delitos sexuales–, está siendo juzgado por un jury integrado mayormente por varones que apenas prestaron atención a testimonios expertos como los de la antropóloga Rita Segato o el psiquiatra Enrique Stola; ambos demostraron cómo la justicia reproduce y defiende un modelo que desprecia las cuestiones de género y que no da importancia a los delitos sexuales que condicionan la vida de las mujeres.
Una sensación decepcionante quedó luego de la primera audiencia en el juicio al Juez Carlos Rossi, quien liberó al femicida de Micaela García. Rita Segato y Enrique Stola como expertos en temas de género criticaron al sistema judicial por su actitud corporativa y de desprecio por las mujeres y señalaron que más allá del resultado, lo importante es que se sepa que hay un juez que está siendo juzgado por sus actos.
Un Jury integrado mayoritariamente por varones –con excepción de una sola mujer– evalúa al magistrado Carlos Rossi por mal desempeño en sus funciones y analiza su destitución. Se trata del juez de ejecución de penas de Gualeguaychú, quien otorgó la libertad condicional a Sebastián Wagner, femicida de Micaela García.
Hubo ocho pedidos de enjuiciamiento por parte de la Defensoría del Pueblo, de legisladores y organizaciones, entre otros, pero solo uno, el solicitado por la Asamblea de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans pidió incorporar a especialistas en tema de género como testigos de contexto.
Rita Segato, antropóloga, feminista, investigadora en violencia sexual y sistemas carcelarios y Enrique Stola, médico psiquiatra que fue testigo en el caso Grassi, fueron los primeros en brindar testimonio, frente a un tribunal que desaprovechó rotundamente la oportunidad de escuchar a quienes más saben sobre el tema.
Las intervenciones de Segato, primero, y Stola en segundo término, fueron categóricas: mostraron claramente cómo la justicia reproduce un modelo y un mecanismo que muestra desprecio por el tema de género, desde considerar un delito menor a las agresiones y crímenes sexuales, hasta menospreciar los informes de los equipos técnicos del propio servicio de justicia, por ser generalmente disciplinas desempeñada por mujeres.
Con precisión Segato y Stola hicieron señalamientos a la Justicia, frente a un tribunal integrado por algunas de las máximas autoridades, algunas de las cuales han sentado jurisprudencia y lineamientos en los cuales Rossi hoy se escuda y protege, asegurando que cumplió con lo establecido y ajustándose a las normas a la hora de liberar a un agresor sexual desoyendo los informes psicológicos y de trabajadoras sociales.
“Buscan un chivo expiatorio” dijo el juez Rossi, que hoy se encuentra con licencia y un recorte de sus haberes como funcionario público. La frase es un indicador claro de cuál va a ser la estrategia de su defensa. Tal como lo señalaron Segato y Stola, Rossi representa a un sistema, el sistema judicial que se maneja corporativamente y acata las decisiones que se toman de manera vertical.
“Estábamos ahí, gracias al movimiento de mujeres, pero los jueces querían sortear rápidamente nuestra presencia, o sea que no había interés en profundizar sobre ningún tema. En general se estaba bailando al son de la estrategia de la defensa (del Juez Rossi)”, apuntó Stola, haciendo referencia a que ninguno de los integrantes del jurado hizo ninguna pregunta para profundizar sobre aspectos de género y muestran de qué manera la justicia que reproduce el modelo patriarcal.
“Cuando Rossi planteó su defensa fue profundamente desalentador y decepcionante” dijo por su parte Segato y remarcó que “esperaba algo más de él. Esperaba lo mismo que esperaba de Wagner, esperaba que fuera capaz de una reflexión, de mirarse en un espejo y decir ‘aquí me equivoqué’. Y no lo hizo en momento alguno. Él se comportó igual que su preso, como alguien absolutamente incapaz de indagar sobre su propia conciencia y colocar en la mesa sus propios errores, hacerse cargo de su equivocación al no escuchar a psicólogos. Nunca pensé que su desprecio por las causas de las mujeres fuera tan grande como para no asumir alguna responsabilidad y algún error”.
“Fue una negación en sintonía con lo que percibimos de la corporación” aseguraron Segato y Stola, al hablar de la institución de la Justicia. “La corporación tiene dos características. La primera es el valor supremo al cual se supedita todos los otros valores, incluso el valor de la vida, que es la fidelidad, la lealtad al pacto corporativo. Y el segundo valor es que la corporación es internamente jerárquica. Es decir que cuando allá en la punta, en la cúspide, alguien decide algo, todos acatan y se curvan ante esa decisión. Y esa es tanto una característica de la masculinidad, como mandato corporativo, en donde un macho alfa le dice a los demás lo que tienen que hacer”, explicó Segato.
“No es un argumento en contra de la persona del juez Rossi, sino contra la institución y sus tutores, sus maestros y sus jefes, a los cuales obedece y que son quienes sustentan y dan soporte a su decisión” aseveró Segato.
Por eso, ambos especialistas entienden que el Jury tiene una importancia relevante, independientemente del fallo al que arribe. “Lo importante es la mediatización y que la sociedad se entere que el Juez (Rossi) que dio libertad condicional a Wagner, está siendo juzgado. Y la sociedad podrá ver cuál es el resultado de ese tribunal. Esta es la eficacia simbólica de un acto de justicia como este y que podamos divulgar nuestros argumentos por los cuales pensamos que es necesaria una condena ejemplar hacia el juez”.