Tras pasar toda su vida allí, un comerciante decidió componer una canción a su querido lugar y se hizo viral. Durante un operativo integral del municipio lo entonó junto a vecinos.
La plaza Buratovich, emblema del barrio Echesortu, brilla con un color particular. Decenas de niños y niñas disfrutan de las actividades recreativas organizadas por el municipio en el marco de un nuevo operativo integral. Entre avioncitos de papel y partidas de ajedrez, vecinos y vecinas se acercan a participar y a hacer consultas. Entre ellos, hay uno muy especial: José Álvaro Chianelli, un comerciante que ganó notoriedad al viralizar un himno a su barrio.
La canción, que a principios de febrero se replicó de a miles en las redes sociales, repasa con una pegadiza melodía las instituciones más icónicas del barrio. Los clubes, las escuelas, el paseo comercial de calle Mendoza y hasta la Terminal de Ómnibus. Pero sobre todo, insiste en cada estrofa y en cada repetición del estribillo sobre un profundo sentimiento de pertenencia y orgullo: “Por eso soy de Echesortu, de los barrios, lo mejor”.
“Estamos en mi placita, a la que venía con mis hermanitos, con mi abuelo, con mis padres. Acá viví el despertar de mi adolescencia, acá venía con mis noviecitas, cuando todavía estaba la calesita”, recuerda José desde el centro de la Buratovich. “Soy del barrio Echesortu hace 63 años, justo da la casualidad que son los años que pasaron desde que nací”, cuenta.
José es, como tantos rosarinos y rosarinas, uno de esos vecinos que habita su barrio “de toda la vida”. Con alegría, repasa los hitos de esa vida enlazada de forma permanente, y por elección, a Echesortu: fue al Jardín Nº38 de Avellaneda entre San Luis y Rioja, y después hizo la primaria en la Escuela Nº67 Juan Enrique Pestalozzi de Mendoza entre Alsina y Lavalle. Esta última, mejor conocida como “la Pestalozzi”, tiene un lugar en las estrofas de la canción.
Junto a la escuela primaria, se alzaba otro ícono del barrio: el Cine Echesortu que en 1982 cerró sus puertas para devenir otro espacio memorable, el boliche Space. “Tener el cine Echesortu a dos cuadras de mi casa era lo máximo para mí”, recuerda José.
Y aunque en Echesortu conviven leprosos y canallas, tal como afirma el himno, el barrio tiene otra rivalidad deportiva que José supo sortear: la que existe entre los clubes Atlantic Sportsmen y Echesortu. “Fui socio de los dos. Actualmente soy miembro del club Centro Progresista, de Constitución y San Juan”, agrega José. Y esa última institución tiene mucho que ver con que la canción haya alcanzado tanta repercusión: fueron los amigos “del club” los que empezaron a compartirla.
La historia detrás de la canción de Echesortu comienza con un cruce infalible entre dos amores de su autor: el barrio y la música. Es que José, además de ser comerciante, es un melómano por excelencia: tiene la colección de vinilos más grande del país, que suma 80.000 placas. Por esa curiosidad de coleccionista, dio con la simpática melodía que musicaliza el himno.
“Esta canción me llegó como parte un saludo para la fiestas, sonaba de fondo. Mi hija mayor la buscó y encontró que era de un artista desconocido de los cincuenta. La canción la grabaron Cher y Sinatra pero nadie la conoce. Yo no tenía el vinilo. Y es tan linda y tan agradable. Entonces pensé en hacerle una letra. Puse las cosas que viví en mi vida, que vivimos todos los de mi edad en este barrio, y se plasmó en la canción. Me gusta, es alegre”, recupera José.
Por supuesto, ese amor por la música comenzó en el barrio y en muy buena compañía. “En el año 78 puse mi primer negocio en el barrio. Mi hermano es concertista de piano y empezó a venir con unos amigos que hacían música. Esos amigos eran Juan Carlos Baglietto, Adrián Abonizio. La Trova empezó en esa casa de allá enfrente. Ahí arrancó mi amor por la música. El piano de Fito de «La rumba del piano» lo tengo yo, y la primera guitarra de Baglietto también, está en casa”, narra José con una sonrisa.
“Aunque sean tan famosos, son gente muy humilde y modesta, que se acuerda mucho de este barrio, aunque Adrián solo es de acá”, afirma el comerciante recordando la primaria compartida con Abonizio y los lugares donde compartieron la adolescencia con otros miembros de la Trova.
Cuando le preguntan por su parte favorita de Echesortu, José no lo duda: “La gente. Tiene gente muy amable, solidaria, gente que te ayuda en todo. Yo arranqué de chico con mi comercio y la gente me ayudó”. Poco después, disfruta de compartir su canción y cantarla a coro con vecinos y vecinas que se suman divertidos a la propuesta. “La verdad que me enorgullece haber jugado, porque sigo siendo un chico que juega, y me encanta que haya tenido este resultado la canción”, concluye.