Son tiempos difíciles, pero no como todos…
Por: María de Luján Moreno
Las calles son un mundo aparte, haciéndose eco del silencio.
La explicación de lo inexplicable del cambio que se aproxima.
Nos invade el sentido de la existencia en la infinitud de los minutos.
Las personas se han transformado en nuestros enemigos en un mismo escenario. Sentimos que el abrazo es el arma más letal. Y mientras el vacío carcome los huesos, las utopías parecen ser la esperanza de una eterna agonía.
El morbo de la muerte se ha establecido con identidad propia. Aquella entidad unánime que cosifica todo estrato social humano, nos igualó. Se atrevió con aberrante impunidad, a arrebatar vidas humanas.
Las fronteras son nuestro límite entre unos y otros. Nos opaca la indiferencia y la extrema necesidad de cambiar el rumbo.
Nos subordina el egoísmo, el materialismo insano, el desmedido afán de batallar contra nuestros egos, proclamándonos únicos en el vasto universo de la superficialidad.
El aislamiento nos posiciona de otra manera. Debimos aprender a detener cada segundo expirado, manipulando al tiempo, ser los dueños de esta controversia admitida y desesperada.
El confinamiento intelectual logra expandirse hacia lo desconocido, traspasando toda limitación. Nos dimos cuenta que el limite éramos nosotros.
Un enemigo nos pone a prueba constantemente, nos aísla. Nos hace creer que las competencias no existen, que no hay unos mejores que otros, que lo material es efímero y que los verdaderos valores no se pueden comprar.
Ahora existe la equidad…somos todos iguales. Empezamos a reconocer el valor que representa lo verdaderamente importante. Nos enseña el costo de extrañar, a tener empatía, quizá por primera vez en la práctica.
Que los vínculos humanos no pueden sustituirse por una pantalla o el propio disfraz de la tecnología.
Que el abrazo, los besos, las caricias y el afecto, son el arma de contención más poderosa para seguir viviendo. Porque sólo desde el corazón, con ese sentir tan profundo, se puede continuar caminando.
Es un año diferente…trascendental, en cual nos motiva a seguir aprendiendo juntos desde lo humano, hilvanando trazos de nuestra historia.
Nos encuentra presentes. Separados físicamente pero no en la acción ni en los sentimientos. Somos aprendices de una nueva situación. La simpleza de la vida es la grandeza de los buenos momentos y necesitamos estar más lejos, para sentirnos más cerca.
Nuestros roles nos definen. Sólo nos resta esperar. Y en esta espera se gesta la proyección de ser lo que alguna vez fuimos…Que nos devolvamos mejores habiendo pagado un alto precio.
Entender de una vez, que la vida no se decide, porque hay alguien que ya decidió por nosotros…
La vida que hoy atesoramos desde el lado del mundo en el que queremos estar.
«No desistas»
No desistas,
Aunque el camino
esté lleno de sombras.
No te detengas…
Se puede contemplar la naturaleza
desde la ventana.
La luz se perpetúa,
el sol no se apaga.
Solo detente en ese momento
en el que el afecto sea recíproco.
Encuentra el sentido del amor
en la palabra que sana.
Construye, constrúyete.
Mira hacia adentro,
Porque hacia afuera
ya miramos demasiado.
El tiempo subjetivo nos atrapa.
El tiempo real nos renacerá.
No desistas…
Sólo es una tempestad.
En un mismo barco,
pero en distinta tripulación.
No desistas…una vez más,
¡Por favor no desistas!
En la vida hay muchas tormentas…
Nosotros seremos el arco iris
Cuando amanezca.
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