Según historiadores, no sólo cosió la primera enseña nacional sino que también la llevó en sus brazos a la ceremonia de la jura, a orillas del Paraná.
María Catalina Echevarría nació en Rosario en 1788. Quedó huérfana de pequeña y fue adoptada por Pedro Tuella, amigo de sus padres. Su hermano Vicente Anastasio, varios años mayor, fue un abogado que acompañó fervientemente la lucha por la independencia y muy cercano al General Manuel Belgrano. Algunos historiadores sostienen que gracias a María Catalina, se dió origen a la primera Enseña nacional.
Según refiere la historia oral, María Catalina Echevarría de Vidal -hermana de Vicente Anastasio de Echeverría, uno de los compañeros de Belgrano en su expedición al Paraguay- confeccionó la primera bandera que fue izada el 27 de febrero de 1812 por otro vecino de la villa de Rosario: Cosme Maciel.
El historiador Félix Chaparro así lo sostiene: «El negocio de Tuella proporcionó el raso de seda celeste y blanca, y sin mayor dificultad, la hermana del doctor Echevarría, bajo la dirección nerviosa de su ilustre huésped, unió dos trozos verticalmente, agregándole quizás por todo adorno, un flequillo de oro en su extremo, para no desmerecerla de las viejas enseñas hispanas que iba a enfrentar». Esto lo repite el historiador Roberto Biragui, en su libro Historia de San Lorenzo en 1981.
El investigador del Conicet-Miembro de la Academia Nacional de la Historia y del Instituto Nacional Belgraniano, Miguel Ángel De Marco (h), señaló: “Existe una osada especulación acerca de que ella tomó los materiales de la tienda de don Tuella, su padre adoptivo, que era de las más provistas de la zona, y que no sólo la confeccionó, sino que el día 27 de febrero la llevó sobre sus brazos extendidos hasta el pie del mástil”.
Por otro lado, Adolfo Paulón, historiador y director de la Asamblea 20 de Junio Feriado no Trasladable, al momento de solicitar al Concejo Municipal un homenaje a María Catalina, relató: “Cuando Belgrano llega a la Villa del Rosario designado para hacerse cargo del Ejército, se hospeda en la casa de los hermanos Echevarría, ubicada sobre calle Córdoba, entre las actuales Juan Manuel de Rosas y Buenos Aires, residencia en la que María Catalina formó su hogar luego de casarse con Juan Manuel Vidal en septiembre de 1810. El lugar era el ideal para observar las tareas de fortificación que se realizaba en la barranca y en la isla fronteriza, y para inaugurar las Baterías Independencia y Libertad».
Paulón cuenta que en esa ocasión, Belgrano organizó una ceremonia patriótica a la cual no concebía sin bandera, aunque la escarapela celeste y blanca ya se usaba como distintivo. Por ello le encargó la confección a María Catalina con otras vecinas. Según el historiador, la hicieron con telas de la tienda de Pedro Tuella. «Esa bandera -se cree- estaba compuesta por dos franjas, una blanca y otra celeste sin otro aditamento. Y así nace la primera Bandera Patria, que el 27 de febrero es jurada, inaugurando las baterías y bendecida por Julián Alzugaray, izada por Cosme Maciel, y con salvas de los soldados, acompañados de los vecinos de la Villa”, relató Paulón.
“Echevarría de Vidal no solo confeccionó la primera bandera argentina, sino que asistió también a la ceremonia de jura a orillas del Paraná y frente a las baterías de artillería Independencia y Libertad”, precisó Paulón y para darle una dimensión a esta acción explicó que “no era común que asistieran mujeres a una ceremonia militar”.
Pacho O’Donnell, escritor, médico especializado en psiquiatría y psicoanálisis e historiador, apuntó en su libro El grito sagrado: “La bandera que cosió María Catalina Echevarría de Vidal generó mucho rechazo en Rivadavia que le ordenó a Belgrano quemarla o enterrarla. María Catalina tuvo un alto espíritu patriótico, porque coser la bandera implicaba un fuerte compromiso con la causa de la independencia, sin embargo, la historia la ha olvidado, y olvidarse de la trascendencia de su personalidad es una demostración de cómo se despreció en la construcción de la argentinidad a la mujer humilde”.
De diversos testimonios iconográficos se infiere que la confección de escarapelas para casi mil hombres fue realizada por mujeres del lugar en pocas jornadas. Según Horacio Vargas en su libro Desde el Rosario: “María Catalina, como mujer de la incipiente élite rosarina, acudió a sus amistades, a Paula Acuña, María Matilde Álvarez”, y suma algo de costumbre en la época: “Las esclavas de sus amigas”, tales sus palabras puestas en su escrito.
Actualmente un pasaje del Monumento Nacional a la Bandera lleva su nombre. “Logramos el homenaje para una mujer que era desconocida y que casi estaba olvidada en su lugar de nacimiento”, explicó Adolfo Paulón al momento de ese reconocimiento.
Cabe destacar que un vitraux en la Catedral rosarina recuerda la primera jura. A la derecha se la observa a María Catalina. Además, un bajorrelieve del artista Eduardo Barnes ubicado en la Sala de Honor del Monumento a la Bandera representa a María Catalina ofrendando la bandera. Y un óleo del pintor Pedro Balangué titulado Jura de la bandera 1812 muestra la escena sobre la barranca del Paraná: Belgrano, la tropa y el pueblo jurando la bandera alta en el mástil y bajo la misma, María Catalina presidiendo la ceremonia, en un vaporoso vestido blanco.
Catalina ocupará por siempre un lugar, muchas veces invisibilizado, en la historia de la independencia argentina, como tantas otras mujeres desconocidas y ocultas que colaboraron con pasión por la independencia y la historia nacional.