Con la llegada de la primavera llegan nuevos brotes, las flores y el buen tiempo, pero si usted es una persona que sufre de alergia estacional, también aparecen los estornudos, congestión nasal y otros síntomas molestos. Las alergias estacionales son frecuentes, se estima afectan a casi un 20 por ciento de la población.
La alergia es una reacción exagerada (hipersensibilidad) del sistema inmunitario frente a sustancias por lo general inofensivas para el organismo, llamadas alérgenos. En las alergias estacionales los principales alérgenos son las partículas suspendidas en el aire como el polen, liberado por árboles, gramíneas, hierbas durante la polinización y las esporas liberadas por el moho. Para la mayoría de la población estas partículas son inocuas, pero el sistema inmune de las personas alérgicas las reconoce como nocivas y se defiende de ellas produciendo anticuerpos IgE.
Estos anticuerpos inducen la liberación al torrente sanguíneo de sustancias químicas como la histamina. Esta liberación ocasiona los síntomas alérgicos, que suelen aparecer de repente y duran mientras la persona siga expuesta al alérgeno. Aparecen solo en determinadas épocas del año, por eso se las llama estacionales, principalmente en primavera, otoño o verano dependiendo de la sustancia que provoque la alergia. Se pueden iniciar prácticamente en cualquier momento de la vida de una persona, aunque suelen aparecer entre los 3-7 años de edad, alcanzando su máxima expresión a principios de la segunda década de la vida.
Síntomas
Las reacciones alérgicas afectan principalmente la membrana que recubre internamente la nariz, lo que da lugar a una rinitis alérgica: estornudos a repetición, prurito en la nariz y en la garganta, congestión nasal, secreción nasal acuosa. Estos síntomas suelen ir acompañados de picor ocular y de ojos llorosos y/o enrojecidos, lo que recibe el nombre de conjuntivitis alérgica.
Otros síntomas son tos y en algunos casos, irritabilidad y dificultades para dormir. Muchas personas con rinitis alérgica también sufren asma, posiblemente causado por los mismos alérgenos que contribuyen a la rinitis alérgica y a la conjuntivitis.
Si bien no son síntomas de gravedad o de alarma, pueden causar una importante alteración en la calidad de vida, tomando en cuenta que quienes los padecen son principalmente niños en etapa escolar y adultos activos laboralmente.
Diagnóstico
El diagnóstico es fundamentalmente clínico. La historia familiar de alergia, la estacionalidad de los síntomas, la coincidencia de síntomas nasales y oculares son datos clínicos con alto valor predictivo en el diagnóstico de las alergias estacionales.
Para realizar el diagnóstico etiológico, es decir identificar el alérgeno involucrado, se solicitan las pruebas cutáneas o prick-test, y/o las determinaciones de IgE específica.
Las pruebas cutáneas las realiza el médico en su consultorio.
La determinación de IgE sérica específica para aeroalergenos es un análisis de laboratorio que se realiza en una muestra de sangre del paciente. La detección de IgE especifica permite determinar el alergeno causante de la alergia y clarificar el diagnóstico en los pacientes polisensibilizados.
Tratamiento
Si bien es difícil tratar la alergia estacional, es posible aliviar su sintomatología. Hay que empezar reduciendo o eliminando la exposición a los alérgenos. Durante la estación en que se produce este tipo de alergias, se deben mantener las ventanas cerradas, fundamentalmente durante las horas de mayor concentración de polen. Ventilar los ambientes de la casa durante 5 o 10 minutos tras la caída del sol, cuando la polinización es menor. Evitar en lo posible las salidas a campo, parques o zonas de abundante vegetación.
Si la reducción de la exposición al alérgeno es imposible o resulta ineficaz, hay medicamentos que pueden ayudar a aliviar los síntomas alérgicos. Entre ellos, se incluyen los descongestivos, los antihistamínicos y los espráis nasales que contienen corticoides.
Si los síntomas no responden a los fármacos, los especialistas pueden llegar a recomendar inmunoterapia: consiste en administrar alérgenos, como el polen, progresivamente, por vía subcutánea o sublingual (vacunas), para generar tolerancia del sistema inmune.
Bibliografía
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