En el marco de los Consejos Barriales Interdistritales, contó con el aporte del psicólogo y doctor en educación Facundo Corvalán. El miércoles 14 se celebra el Día del Juego y la Convivencia.
El pasado miércoles 7 y previo al Día Anual del Juego y la Convivencia (que se celebra el próximo 14 de octubre), vecinas, vecinos e instituciones de la ciudad abocadas al cuidado de las infancias participaron de un Consejo Barrial Interdistrital que abordó el tema del juego como estrategia de acompañamiento a las infancias en el marco de la situación de distanciamiento social configurada por la pandemia. El espacio contó con la participación y los aportes del psicólogo y doctor en educación Facundo Corvalán.
“En esta limitación espacial y esta limitación en los vínculos y las relaciones propias de este momento de la pandemia, es interesante escuchar a Facundo, que nos hace muchos aportes en cuanto a esta cuestión imprescindible que nosotros pensamos en la infancia, que es el juego, que incluso está reconocido como un derecho humano del niño, el derecho a jugar”, expresó Sonia Colacelli, directora de Infancias y Familias, de la Secretaría de Desarrollo Humano y Hábitat Municipal, quien moderó la charla. Por su parte, y en referencia a las implicancias del contexto sobre la vida de niñas y niños, Facundo Corvalán afirmó que “el juego aparece como una herramienta posible para trabajar todas las cuestiones negativas que aparecen en el contexto de la pandemia”.
La idea estuvo sustentada por diversas nociones y experiencias que el especialista desarrolló a lo largo de la charla, las cuales postulan al juego como actividad esencial de todo ser humano y como auténtico registro del proceso de socialización de las infancias. “Por suerte nos estamos habituando a esta idea de que los niños juegan porque sí, que no hay un razonabilidad del juego como medio para ciertos fines, sino que ya el juego mismo constituye una actividad esencial y necesaria para todo ser humano”, precisó. Además detalló: “Sabemos que es a través del juego como podemos construir y elaborar puertas para acceder al universo de la infancia.
Es la estrategia idónea para comprender cómo se está apropiando del mundo, cómo está resolviendo conflictos, planteando sus deseos, con la que van construyendo, a partir de la innovación y a partir de la sociabilización, su modo de estar en el mundo”. En la misma dirección, enfatizó en la responsabilidad de los adultos de garantizar el acceso al juego como posibilidad en todos y cada uno de los modos de vivir la infancia. “En todas las diferentes formas de habitar la humanidad hay juego y hay un juego posible. De ahí deviene la responsabilidad de los adultos de favorecer y a construir este lenguaje que es el juego, en donde siempre aparece implicada una cuestión de sociabilización”. Una «nueva forma de habitar nuestras rutinas»
Los ejes de la conversación fueron el contexto histórico, el juego, los pactos y estrategias de acompañamiento.
El primero tuvo que ver con situarnos dentro de ciertas singularidades y especificidades de esto que nos está pasando a todos para, a partir de ahí, reconocer qué podemos hacer y qué estrategias tenemos que construir para afrontar las situaciones. Apelando a la creatividad de cada una de las familias, de los docentes y profesionales que acompañan a esos niños.
En cuanto al segundo eje, sobre la advertencia de que no todas las infancias juegan, el especialista destacó la necesidad de pensar el juego como actividad necesaria pero no natural y postuló, en cambio, tomar la naturalización del juego en la infancia, no como algo dado, sino como apuesta a construir y una definición en clave de derechos. En relación a los pactos, el disertante señaló, como fenómeno propio de este tiempo, la falta de coordinación de las diferentes formas de trabajar los límites, que atribuyó a una situación muy singular configurada por adultos presentes, pero no disponibles.
“El entretejido de los límites estalla en esta forma nueva de habitar nuestras rutinas. Aparecen adultos que tienen presencia, pero no disponibilidad, debido a las nuevas exigencias de trabajar y, al mismo tiempo, acompañar las actividades escolares, entre otras que emergen como sobre exigencia del adulto”, explicó. Ante tal situación, propuso reflexionar sobre cómo ir rediseñando y entretejiendo ciertos pactos institucionales a fin de otorgar a las niñas y niños un escenario más armónico y comprensible en relación a los límites. El último punto tuvo que ver con la propuesta de pensar en conjunto estrategias para el acompañamiento de niñas y niños en la situación que atravesamos, en pos de encontrar y compartir nuevas formas de acercamiento, maneras de habilitar el juego y de ser creativos en la invención de nuevas experiencias lúdicas.
El peligro de la patologización
En relación al último punto de la charla, Corvalán advirtió sobre los riesgos de hacer una lectura errónea de muchas manifestaciones no habituales que se observan en niñas y niños en este contexto de pandemia. “Hoy aparecen muchas reflexiones y propuestas que invitan a observar cómo ha aumentado la depresión en los niños, cómo han aumentado los ataques de angustia. Se da así una sistematización de la patologización que lo que hace es correr el foco de lo que realmente debemos atender”, señaló el especialista, tras valorar tales discursos como “lluvias de información diseñadas para ir subsumiendo esas atmósferas en claves patológicas y en claves de individualismo”. En el mismo sentido ponderó la idea de que el niño expresa situaciones de un contexto, que no toda angustia o malestar tiene que ser traducido a una patología, por lo cual consideró que “las estrategias de acompañamiento tienen que apuntar a diseñar mundos posibles a pesar de las situaciones de incertidumbre en las que estamos”.