Las mujeres jóvenes se enfrentan a una peor situación que los hombres jóvenes cuando se trata de encontrar un empleo.
En un nuevo informe previo al Día Internacional de la Juventud se ponen de manifiesto amplias diferencias a escala regional con respecto a las perspectivas de los jóvenes en el mercado de trabajo.
La recuperación del empleo juvenil sigue produciéndose a un ritmo lento, según un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el que se confirma que la pandemia de COVID-19 ha perjudicado a los jóvenes más que a cualquier otro grupo de edad.
De los resultados del informe Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2022: Invertir en la transformación de futuros para los jóvenes se desprende que la pandemia ha exacerbado los numerosos retos que afrontan los jóvenes de 15 a 24 años en el mercado de trabajo, al padecer desde principios de 2020 una pérdida porcentual de empleo mucho mayor que la de los adultos. Se prevé que para 2022 haya 73 millones de jóvenes desempleados en todo el mundo, lo que constituye una leve mejora con respecto al valor registrado en 2021 (75 millones), si bien sigue habiendo seis millones de jóvenes desempleados más que antes de la pandemia de 2019, según señala en el informe.
La proporción de jóvenes desempleados o que no siguen ningún programa educativo o de formación (jóvenes “nini”) en 2020, el último año para el que se dispone de datos a escala mundial, aumentó hasta alcanzar el 23,3%, lo que representa un incremento de 1,5 puntos porcentuales con respecto al año anterior, proporción no alcanzada al menos desde hace 15 años. El citado grupo de jóvenes, en particular, corre el riesgo de que sus oportunidades y logros en el mercado de trabajo sigan viéndose mermados en el futuro a raíz de los efectos a lago plazo del aumento del desempleo juvenil.
La situación de los jóvenes es peor en el caso de las mujeres que en el de los hombres, lo que pone de relieve una relación empleo-población mucho menor. Se prevé que para 2022 el 27,4% de las mujeres jóvenes de todo el mundo estén empleadas, frente al 40,3% de hombres jóvenes. Ello pone de manifiesto que los hombres jóvenes son casi 1,5 veces más proclives a tener empleo que las mujeres jóvenes. La brecha de género, que ha dado pocas señales de reducirse a lo largo de los últimos dos decenios, es mayor en los países de ingresos medianos bajos, a saber, de 17,3 puntos porcentuales, y menor en los países de ingresos elevados, en los que se registran 2,3 puntos porcentuales.
Diferencias a escala regional
Se prevé una recuperación dispar del desempleo juvenil con respecto a los países de ingresos bajos o medianos y los países de ingresos elevados. Éstos son los únicos en los que cabe esperar que para finales de 2022 se alcancen índices de desempleo juvenil equiparables a los de 2019, al tiempo que en los demás grupos de países por ingresos se prevé que dichos índices se mantengan más de un punto porcentual por encima del valor registrado antes de la crisis, según se refleja en el informe.
En Europa y Asia Central se prevé que el índice de desempleo juvenil rebase en 1,5 puntos porcentuales el valor promedio mundial registrado en 2022, con un 16,4% frente al 14,9%, respectivamente. Pese a que se han logrado avances sustanciales en cuanto a reducción del desempleo juvenil, ya sea el que afecta a mujeres o a hombres, cabe esperar que los efectos de la guerra en Ucrania, tanto los reales como los susceptibles de producirse, influyan en los resultados.
Se prevé que el índice de desempleo juvenil en la región de Asia y el Pacífico alcance el 14,9% en 2022, la misma proporción que el valor promedio mundial, si bien existe una amplia disparidad en cuanto a subregiones y países.
En los países de América Latina, el índice de desempleo juvenil sigue siendo muy elevado, y se prevé que alcance el 20,5% en 2022. Históricamente, dicho índice de desempleo ha sido más elevado en el caso de las mujeres que en el de los hombres, aunque la crisis exacerbó esa tendencia. La situación es muy diferente en América del Norte, en la que se prevé que el índice de desempleo juvenil alcance un 8,3%, proporción inferior al promedio mundial.
El índice de desempleo juvenil del 12,7% en África no tiene en cuenta el hecho de que muchos jóvenes han decidido abandonar por completo el mercado de trabajo. En 2020, más de uno de cada cinco jóvenes africanos estaba desempleado o no seguía ningún programa educativo o de formación (jóvenes “nini”), situación que se ha visto agravada desde entonces.
Los Estados árabes poseen el índice de desempleo juvenil más elevado y de aumento más rápido en todo el mundo, y se prevé que alcance el 24,8% en 2022. La situación es peor en el caso de las mujeres jóvenes de esa región, con un 42,5% de mujeres desempleadas en 2022, lo que supone casi el triple del valor promedio mundial para las mujeres jóvenes (14,5%).
Oportunidades en las economías verde, digital y asistencial
Tanto las mujeres como los hombres jóvenes pueden beneficiarse del desarrollo de las economías verde y azul (relativa a la utilización de los recursos oceánicos de forma sostenible). Según se señala el informe, para 2030 podrían crearse 8,4 millones de nuevos empleos para jóvenes mediante la aplicación de medidas políticas de índole verde o azul.
Por otro lado, la realización de inversiones específicas en tecnologías digitales podría contribuir sustancialmente a la creación de empleo juvenil. En el informe se destaca que, de alcanzarse una cobertura universal de banda ancha para 2020, podría lograrse un aumento neto de 24 millones de empleos en todo el mundo, de los cuales 6,4 millones corresponderían a personas jóvenes.
“La necesidad más acuciante de los jóvenes es contar con un mercado de trabajo eficaz, que brinde oportunidades de empleo decente a los jóvenes que ya forman parte de ese mercado de trabajo, y oportunidades de educación y formación de calidad a aquellos que aún no se han incorporado al mismo.»
Martha Newton, Directora General Adjunta de Políticas de la OIT
La inversión en sectores asistenciales (sanidad y educación) redunda en beneficio de los jóvenes en relación con cuatro aspectos fundamentales, en particular, la mejora de las perspectivas de empleo juvenil, la facilitación de la permanencia en el mercado de trabajo de personas jóvenes con responsabilidades familiares, la promoción del bienestar de los jóvenes al ampliar sus oportunidades educativas y de formación y mejorar su asistencia sanitaria, y, a raíz de todo lo anterior, la contribución a la disminución de la proporción de jóvenes “ninis”, especialmente en el caso de las mujeres.
En el informe se prevé asimismo que las inversiones en los sectores asistenciales faciliten para 2030 la creación de 17,9 millones de nuevos empleos destinados a jóvenes, tanto en dichos sectores asistenciales (14,4 millones de empleos) como en otros sectores (3,4 millones de empleos).
En el informe también se pone de relieve que la adopción de medidas en las economías verde, digital y asistencial de forma conjunta, en el marco de un gran impulso inversor, daría lugar a un aumento del producto interior bruto (PIB) mundial del 4,2% y contribuiría a crear 139 millones de nuevos empleos para personas de todas las edades en todo el mundo, de los cuales 32 millones corresponderían a empleos para jóvenes.
Trabajo decente
Según se desprende del estudio, la inversión en los citados sectores debe ir acompañada del fomento de condiciones de trabajo decentes para todos los jóvenes. Ello incluye el respeto de sus derechos y garantías fundamentales, en particular la libertad de asociación, el derecho a la negociación colectiva, la igualdad de remuneración por un trabajo de igual valor y la erradicación de la violencia y del acoso en el trabajo.
«La crisis de COVID-19 ha puesto de manifiesto una serie de deficiencias en la forma de abordar las necesidades de los jóvenes, en particular las de los más vulnerables, como los que buscan empleo por primera vez, los que abandonan su formación escolar, los recién licenciados con poca experiencia y los que permanecen inactivos no por decisión propia», señala Martha Newton, Directora General Adjunta de Políticas de la OIT. «La necesidad más acuciante de los jóvenes es contar con un mercado de trabajo eficaz, que brinde oportunidades de empleo decente a los jóvenes que ya forman parte de ese mercado de trabajo, y oportunidades de educación y formación de calidad a aquellos que aún no se han incorporado al mismo».