La iniciativa del Ministerio de Desarrollo Social brinda asistencia económica a mujeres para concretar mejoras en sus viviendas. La medida estimuló el vínculo entre beneficiarias del mismo barrio y generó redes de apoyo comunitarias. “El Estado no puede estar ausente frente a los más vulnerables”, dijo el jefe de Gabinete, Juan Manzur.
Más de 700 mil personas, de las cuales casi el 50% son niñas, niños y adolescentes, mejoraron sus condiciones habitacionales gracias a Mi Pieza, un programa de asistencia económica del Ministerio de Desarrollo Social que, tras un año de vigencia, benefició a 173 mil familias que viven en barrios populares de la Argentina.
“El Estado no puede estar ausente frente a situaciones de vulnerabilidad. Donde hay una necesidad, ahí tenemos que estar para generar inclusión, trabajo y accesibilidad. Programas como este nos permiten llegar a las poblaciones que más lo necesitan”, analizó el jefe de Gabinete, Juan Manzur.
El ministro coordinador asistió este miércoles a un acto en Casa Rosada en el que se presentó la evaluación realizada por el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA/UCA) del programa oficial a un año de su puesta en marcha. Allí estuvieron también la ministra de Desarrollo Social de la Nación, Victoria Tolosa Paz; la secretaria de Integración Socio Urbana, Fernanda Miño; y el director del ODSA/UCA, Agustín Salvia.
Desde su lanzamiento, en septiembre de 2021, Mi Pieza mejoró las condiciones habitacionales de 173 mil familias y 761.991 personas, de las cuales 366.822 son niñas, niños y adolescentes.
“Este programa cambió la calidad de vida de muchas mujeres de toda la Argentina. Tenemos un país diverso y rico, pero con asimetrías que debemos saldar. Por eso trabajamos en generar inclusión y para que los grupos sociales que más lo necesitan tengan la oportunidad de mejorar”, afirmó Manzur.
El Estado Nacional focalizó los alcances de la asistencia financiera en mujeres mayores de 18 años, argentinas o con residencia permanente y residentes en barrios populares contemplados en el Registro Nacional de Barrios Populares (ReNaBaP) y que cuenten con el Certificado de Vivienda Familiar.
Según el relevamiento, entre las participantes abarcadas por el programa hay niveles de vulnerabilidad laboral más altos que los de la población femenina en general, con elevados índices de desempleo y precariedad: buena parte de las ocupaciones registradas corresponden a actividades cuentapropistas y con gran inestabilidad, un contexto asociado a la fuerte carga que representan las tareas de cuidado al interior de sus hogares.
La evaluación hecha por el Observatorio de la Deuda Social Argentina destacó que seis de cada diez realizaron hasta tres obras de mejoramiento en sus hogares. Para el 80% de los trabajos, las beneficiarias de Mi Pieza recurrieron a personas del barrio para llevarlos a cabo. Además, el 91% incluyó trabajo remunerado: en el 35%, trabajaron dos personas, mientras que en el 42% lo hicieron tres o más.
Casi la mitad de las mujeres decidieron ampliar su vivienda: antes de la obra, el 41% de las casas tenía una habitación, mientras que un porcentaje similar contaba con dos. Después de las obras, solo el 13% mantiene una pieza única. Además de las obras principales, las beneficiarias realizaron trabajos complementarios: el 37% mejoró el techo, el 34%, las paredes y el 30%, el piso. En tanto, después de las obras, todas las familias tienen baño.
Con relación al impacto de la implementación del programa en las relaciones intrafamiliares, más del 90% aseguró que mejoraron la convivencia del grupo familiar, la salud, la privacidad y la seguridad física.
El programa incorporó la tecnología móvil para el reporte, monitoreo y seguimiento en la ejecución de los trabajos. Por medio de la app Mi Pieza, las mujeres beneficiarias toman parte activa en los procesos de implementación de una manera ágil y accesible. También reciben información relevante, forman parte de censos permanentes, comunican problemáticas y demandas.