En las zonas más postergadas y de cara a los sectores más vulnerables, las condiciones son inaceptables. El Hospital Geriátrico con ola de calor, sin climatización y comidas calientes, centros de salud sin luz, ni agua y los casos de la DiPPAM y el hogar del mismo predio: muestras de una emergencia sanitaria por desidia gubernamental.
Como muchas veces repetimos desde ATE Rosario, los Centros de Salud no sólo son la primera institución a la que se acude en las barriadas, sino la única presente -junto a las escuelas- en determinados territorios. Dotar de elementos necesarios y fundamentales a estos espacios es, entonces, fortalecer la presencia del Estado como garantizador de derechos mínimos.
El caso del Centro de Salud Che Guevara (en el oeste de la ciudad) expresa una situación calamitosa. En este caso, a la complejidad que la pobreza estructural acarrea, la institución se enclava con una zona asolada por los delitos vinculados al narcotráfico y, el trabajo social de quienes allí se desempeñan, es muy fuerte.
“Nos mandan a la guerra sin herramientas básicas para afrontar los problemones que nos aparecen”, sintetizó el psicólogo Andrés Matkovich, delegado de ATE Rosario. “Están dejando que los centro de salud colapsen. Se pone en juego si el gobierno apuesta o no a garantizar el derecho a la salud después de la pandemia”, analizó.
Contó que hace meses se rompe intermitentemente el aire acondicionado, deben llevar ventiladores propios, no hay internet, hay médicas que llevan ocho meses sin cobrar y, por no poner un regulador de tensión eléctrica, se quemaron diversos aparatos, entre ellos, las computadoras.
Tras realizar un quite de colaboración y permanecer cerrado durante diez días, les trabajadores volvieron al Centro que atiende a una población de 10 mil personas en una periferia “muy atravesada por las muertes en diversas facetas, también la violencia y hay mucho malestar por lo mal que se vive”. Al menos hasta el viernes, el aire funcionaba, pero no había internet, por lo que no había vacunación, ni posibilidad de dar turnos.
En este tipo de instituciones públicas “aparecen todo tipo de demandas, cada problema que aparece también se vincula a temas interpersonales, porque somos la única institución que está en el barrio más en pleno enero”. Es por eso que, en las protestas que reflejaron los medios de comunicación la semana pasada, las vecinas y vecinos eran claros en valorar el trabajo de los equipos que cada día están, pero exigiendo al gobierno una prestación de salud digna.
Lo que demuestra este caso es que la impericia o desidia gubernamental expone a les trabajadores a situaciones de riesgo y tensión, ante la población que también reclama asistencia. “Hay gente que no está recibiendo sus psicofármacos, en ese nivel estamos”, detalló el psicólogo.
En el Centro de Salud Talleres de Villa Gobernador Gálvez, la cosa está parecida. El edificio es una casa de pasillo sin ventilación, con ventiladores y sin climatización. “Hay un aire que recién esta semana se convencieron en reemplazar las autoridades, tras ver la dirección presencialmente las condiciones en que trabajamos”, contaron afiliados a ATE Rosario. Alertaron que permanecerá cerrado hasta que se den las condiciones.
Adultos mayores: condiciones inhumanas
Atendiendo una población de alrededor de 200 personas –que incluyen también jóvenes con problemas de salud mental- en 8 salas de internación donde residen, más las doce camas de cuidados paliativos, el Hospital Geriátrico Provincial ofrece un panorama escalofriante.
Analía Neme, referenta de ATE Rosario del sector, recordó que año tras año se pide una solución definitiva al problema de la climatización en verano y de la calefacción en invierno. “Los aires andan dos o tres días y no andan más, tenemos adultos mayores en cama con riesgo de deshidratación, de hecho muchos se deshidratan, tienen vómitos (entre otros síntomas) y no nos dan respuestas concretas. Los pacientes tienen irritabilidad, caídas, molestias, problemas de descanso y hasta agresiones por la situación”.
Lo que relatan es para una comedia, si no fuera trágico. La Dirección mandó técnicos a arreglar aires, que rompen unos para reparar otros. El área de Fisiatría tenía un aire, le sacaron un repuesto para arreglar otro y terminaron rompiendo ambos. “Somos casi 400 empleados que trabajamos en esas condiciones. Yo hago consultorio con un ventilador de techo que me tira aire caliente”, graficó Neme.
Esta situación se empalma no sólo con la denunciada por ATE Rosario la semana pasada, sobre la sede de DiPPAM (ver informe aquí). Sino con el Hogar Oficial de Adultos Mayores “Jorge Raúl Rodríguez”, que debería funcionar en el mismo predio. Con capacidad de alojar 65 personas, hace 5 años los pacientes fueron trasladados y parte del personal reasignado.
Pero, quienes permanecen en tres turnos en el lugar contaron que “se robaron hasta el aire acondicionado”. Hay que acondicionar las instalaciones de servicios esenciales, llevar adelante las compras y refacciones para reactivar el lugar, pero parece que la voluntad política es terminar de liquidar el espacio. De hecho la oscuridad e inseguridad del predio llevó a suprimir el turno noche.
Hay cortes de luz, bajas de tensión, carecen teléfono fijo, e Internet se corta. Se sufre poca presión de agua, pues hay una bomba y el encendido de la misma se quemó. Hay refacciones inconclusas en el sector cocina desde hace más de 5 años. El ámbito laboral donde dificultosamente se desarrollan tareas es esencialmente inhabitable: “aún hoy siguen robándole puertas, rejas, tanques. Se llueven los techos, hicieron 2 baños nuevos, pero ya se cae el yeso del techo, las paredes están rajadas y cede el piso”.
Desde ATE Seccional Rosario exigimos la inmediata inversión y resolución de los conflictos que se dan en los efectores de salud. Especialmente, en aquellos que atienden a personas vulnerables y poblaciones asoladas por diversos conflictos producto de la situación social y económica. Asimismo, que se garanticen las condiciones de trabajo, el pago de salarios, los insumos y elementos necesarios para que, como dicen les trabajadores, no los manden a una guerra totalmente desigual sin herramientas para afrontar la enorme tarea cotidiana que despliegan.